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La diputada Blanca Lila Mignarro, también del PLRA, dio a la prensa una versión que allana el camino para que la fiscalía se acerque a lo que podría ser un gran escándalo.
La versión de la diputada es que ella se había reunido con algunos colegas liberales. Estos aseguraron que votarían por el préstamo de forma que los usuarios saliesen del peligro incesante que supone gran parte de los ómnibus.
Tales diputados encontraron que era necesario sacar de sus antiguos padecimientos a los pasajeros que utilizan, a su pesar, vehículos que nunca saben si les van a acercar a sus lugares de trabajo. Lo más probable es que se caigan en cualquier momento por haber perdido las ruedas o los frenos o la dirección.
Atendiendo el viejo clamor de la ciudadanía, los parlamentarios estaban dispuestos a dar su voto por la aprobación del préstamo.
Con esta intención se estrecharon las manos y abandonaron la reunión. Pero a la salida les estaban esperando los dirigentes del empresariado, con quienes se reunieron por varios minutos.
Una vez en la plenaria, y llegado el momento de votar… ¿qué pasó? La diputada Blanca Lila hasta hoy –por lo menos hasta el momento en que la entrevistaron hace unos días– quiere saber qué sucedió en la reunión de sus colegas con los empresarios. Los diputados se volcaron por la negativa cuando momentos antes pensaron lo contrario.
Se puede deducir que los empresarios son endiabladamente hábiles para convencer. En pocos minutos hicieron cambiar de idea a unos diputados que se habían mostrado sólidos a favor del préstamo.
¿Qué pasó realmente en esa reunión? O los empresarios son muy inteligentes en el manejo de la palabra ¿o de la billetera? Pero algo pasó. ¿Tenemos que creer al senador, al diputado y al gobernador que hicieron la denuncia de que sus correligionarios cobraron cinco mil dólares para tumbar el proyecto del metrobús?
Algo sucedió. La ciudadanía espera que la fiscalía anticorrupción trabaje con el respaldo de esa misma ciudadanía. Como otras veces, fuerzas poderosas se pondrán en movimiento para evitar que la denuncia se aclare. Es de aplaudir la voluntad de algunos diputados de ponerse a disposición de la fiscalía. No todos, desde luego. Posiblemente no vayan a hacerlo quienes habían cambiado la dirección de su voto y se respalden luego en sus fueros para que la justicia siga tocando en vano las puertas del Congreso.
Esta es otra de la ocasiones para que la población presione por todos los medios lícitos para saber los nombres de quienes presuntamente deshonraron la función que el pueblo les ha encomendado. Y a partir de este conocimiento, borrarlos con nuestros votos de cualquier intención de continuar en el cargo.
Con este tipo de corrupciones nuestra democracia corre el peligro de desaparecer. Tenemos que hacer fuerza entre todos para que ello no ocurra.
Se dará un gran paso en la investigación si la diputada Blanca Lila Mignarro, con la mirada puesta en el interés general, cuenta quiénes de sus colegas estuvieron con ella decididos a aprobar el préstamo y que después de la entrevista con los empresarios del transporte mudaron de parecer. ¿Por qué? ¿Por el poder persuasivo de los dólares?