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Tras una gran protesta, en el 2015 lograron la renuncia del rector, Froilán Peralta, quien había instalado un sistema político prebendario y clientelista, corrupto en la institución. Ya incluso desde los años que se desempeñó como decano de la Facultad de Veterinaria.
Por efecto dominó, otros decanos y funcionarios sospechados se vieron también forzados a dejar sus cargos.
Actualmente los estudiantes luchan para que se aprueben cambios que consideran más que necesarios en el estatuto que rige a la principal universidad estatal, que tiene además doce facultades.
Los alumnos pretenden que los decanos solo puedan ser reelectos por una vez, para evitar que se perpetúen en sus funciones. Según sostienen esa perpetuidad es la causal de la tiranía en la UNA.
Asimismo, quieren que los rubros docentes no se utilicen más para otros menesteres, como pago de secretarias “vip” y el contrato de otros funcionarios administrativos.
Un punto innegociable para los líderes estudiantiles es la paridad en la conformación de los órganos de gobierno.
Es decir, que los estudiantes aumenten su número de representantes para estar en igual número que los miembros docentes, y los egresados no docentes, tanto en el Consejo Directivo de su facultad como en el Consejo Superior Universitario y la Asamblea Universitaria.
Si bien estamos en democracia, eso no implica que los estudiantes deban estar de igual a igual ejerciendo el gobierno de la UNA.
Existen los mecanismos para ser fieles contralores como hasta ahora lo han sido, cumpliendo un relevante papel para evitar que se vuelvan a cometer los mismos vicios que causaron ya bastante daño a la educación superior.
La paridad no debe ser excusa para parar las facultades y perjudicar a sus pares. Pues la UNA no es solo de los estudiantes. Es de todos y cada uno de los que forman parte de ella, de una u otra manera.
La tarea del alumnado es estudiar, además de ser fiel custodio de la honorabilidad de su universidad.
antonia@abc.com.py