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SALAMANCA. No pude comprobarlo con todo el cuidado que hubiese deseado cuando me dijeron que en Cuba no existen calles con nombres de Fidel Castro, ni de su hermano Raúl, del "Che" Guevara y otros cabecillas de la Revolución. Solo encontré una calle con el nombre de Camilo Cienfuegos en la ciudad cubana de Holguín, al sureste de la isla. Sin embargo, sí existen calles que llevan tales nombres en otros países como ser México, por ejemplo, y en Buenos Aires, obviamente, la calle Ernesto Guevara. Si Cristina Fernández de Kirchner ya tiene una orquídea especialmente creada pensando en ella y bautizada con su nombre, por qué el "Che" no iba a tener su calle propia.
Un antropólogo norteamericano, que estaba haciendo un trabajo de investigación en nuestro país allá por los años de la dictadura, necesitaba determinar cuál era el partido mayoritario en algunos pueblos. Consciente de cómo eran las cosas entonces, buscó otro camino más seguro que el ir preguntando a la gente a qué partido pertenecía. La solución fue simple: iba a las procesiones y a los entierros y contaba el color de las corbatas de los hombres y el color del pañuelo de las mujeres. Los resultados fueron exactos.
Si alguien quisiera realizar hoy un estudio de nuestra historia reciente y el espíritu predominante de las últimas décadas, podría hacerlo fijándose en un mapa callejero de la ciudad de Asunción. Estoy seguro que gran parte de la ciudadanía, la dueña de la ciudad porque es la que la utiliza, la que ocupa sus espacios, ignora los motivos por los cuales hay esa profusión de nombres militares, desde generales a sargentos (o al revés); no recuerdo si hay algún cabo por allí o simplemente soldado a excepción de la calle Soldado Desconocido. Desconocidos son para nosotros tantos posibles héroes cuyas hazañas no tuvimos tiempo de aprender.
El país tiene muchos tipos de héroes, no solo los militares y los que combatieron en guerras internacionales. Trato de olvidar las revoluciones y las guerras civiles. El país se hizo no solo en los campos de batalla, sino también en otros campos. Hay héroes civiles cuya memoria tenemos que rescatar del olvido. Es insano proponer a los jóvenes nada más que una imagen guerrera cuando lo que deseamos es lo contrario.
Años atrás di una charla en un colegio donde dije que fue precisamente el carácter pacífico de nuestros indígenas y su poca inclinación a la guerra lo que permitió que la conquista española fuera espontánea. La integración se dio gracias a ello y al consejo de Domingo Martínez de Irala que cada español tomase el mayor número de mujeres. Como impulsado por un resorte, un alumno se puso de pie y, con duras palabras, me dijo que estaba mintiendo.
El plano callejero de la ciudad está dándole la razón a ese alumno. Creo que la verdadera historia me está dando la razón a mí aun cuando no existe ningún interés en hacer desaparecer de la nomenclatura callejera tal abundancia de guerreros y ser sustituidos por nombres de no guerreros, ya sean de nuestro país o de cualquier otro que hayan contribuido de manera importante a que hoy podamos vivir mejor.
Hace muchos años pedí a la Junta Municipal de Asunción que una de nuestras calles llevara el nombre del escritor y político colombiano Jorge Isaacs (1837-1895) no solo por haber sido un escritor ilustre, autor de aquella novela que todos leímos en nuestra adolescencia, "María" (1867), sino porque además fue el senador colombiano que habló en defensa del Paraguay durante la Guerra de la Triple Alianza y propuso como gesto solidario la doble nacionalidad, documento que nunca, ¡vaya que somos ingratos!, fue ratificado por el Senado paraguayo. Acompañé mi pedido con varios documentos, incluyendo fotocopia del decreto original firmado por el propio Isaacs, en el que se pronuncia en favor de nuestro país. Recibí una carta muy atenta, una carta amabilísima. Hoy aquella carpeta estará sirviendo de banquete a las polillas mientras buscamos el nombre de algún teniente, o coronel o padre desconocido de político de la "nomenklatura" a quien sería conveniente halagar.