Los problemas de Federico Franco

El nuevo ocupante del Palacio de López, al jurar en el cargo, hizo una catarata de promesas, a pesar de lo breve que será su gestión. Sin embargo, los problemas que debe resolver son múltiples y habrá que ver si tiene tiempo de ocuparse de la administración del país.

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Se ha puesto en evidencia, apenas Federico Franco asumió el poder, que tendrá enemigos en todos los frentes. En la oposición, los colorados evitan y evitarán respaldar y ni siquiera querrán mezclarse con la gestión de Franco. Los oviedistas solo “colaborarán” si hay cargos de por medio y una posibilidad de alianza electoral más adelante. Los patriaqueridistas ayudarán, siempre que la gestión del Mandatario no los embarre demasiado.

En el oficialismo, el nuevo Ejecutivo debe lidiar en estos días con la angurria de sus correligionarios que, tras décadas de llanura, quieren ocupar todos los cargos públicos que puedan, sin importarles la imagen lamentable que dan. Contaba en estos días una jefa de Recursos Humanos de una de las secretarías del Ejecutivo, que lo primero que preguntó el nuevo ministro que asumía fue: “¿Cuántas vacantes tenemos para llenar?”.

Franco asumió con un aparente amplio respaldo político. Fue solo apariencia. Ya en su juramento, los colorados desaparecieron de la escena para evitar cualquier posibilidad de ser fotografiados siquiera cerca del nuevo mandatario liberal. A este “despegamiento” se sumó en parte Unace, aunque con menos evidencia, dado el interés de un acuerdo electoral para el 2013.

El problema para quien quiera aliarse con Unace, según lo explicó muy bien el presidente del Senado, Jorge Oviedo Matto, es que su líder, Lino Oviedo, ya no está como para ceder alegremente la candidatura presidencial porque no tendrá otra posibilidad en el futuro. La volatilidad del escenario político actual hace posible inclusive que en una disputa por la candidatura, ya sea encuesta o internas abiertas, Lino Oviedo pueda imponerse a los candidatos liberales, lo cual sería catastrófico para ellos.

Por otro lado, habrá que ver cómo juega en la cuestión electoral Franco, que ocupó un cómodo tercer lugar en las internas por “urnas delivery” en abril pasado, y que ahora tiene la sartén por el mango del Ejecutivo. ¿Se limitará a un papel de componedor interno? ¿O tratará de incidir en forma decisiva para la nominación del candidato a presidente de su partido para el 2013? Las disputas salvajes que se notan en el frente liberal no hacen presagiar nada bueno.

A este complicado panorama se suma el frente internacional, donde el nuevo gobierno aún no ha logrado reconocimiento y todo indica que, aunque lo logre, en el mejor de los casos, arrastrará igualmente dudas sobre su legitimidad hasta entregar el poder al nuevo presidente el 15 de agosto de 2013.

Pero tal vez lo peor de todo para el nuevo presidente es la falta de conciencia de sus propios partidarios que, en vez de ayudarlo, están haciendo lo posible por hundirse todos juntos.

Un dirigente liberal nos comentaba hace poco a algunos periodistas sobre los últimos días de Fernando Lugo en el gobierno y su obstinamiento en no escuchar ni hacer caso a nadie. Recordaba ese dirigente aquella sentencia de una tragedia griega de Sófocles: “Los dioses ciegan a quienes quieren perder”. A juzgar por lo que está comenzando a hacer buena parte de la dirigencia del PLRA en esta temporada que tienen el poder, los dioses tienen planeado hacer lo mismo con ellos.

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