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Cuando se habilitó recién el edificio tenía amplios pasillos que conducían a las oficinas de las comisiones, presidencia y administración.
Poco a poco los pisos se fueron loteando y cada vez aparecían más “camarotes”, por no decir cuchitriles. Hay mamparas desde el subsuelo hasta la terraza y aquello se parece más bien a un termitero.
Pasa que el legislativo municipal, cuya función es sancionar ordenanzas y hacer de contralor en el gobierno comunal, se ha convertido en una verdadera máquina de generar empleo y un barril sin fondo para las arcas de la ciudadanía.
El concejal Carlos Arregui puso el dedo en la llaga al solicitar informes sobre lo que hacen los 1.300 funcionarios de la Junta que este año le cuestan al contribuyente G. 80.573 millones, nada menos que 15 millones de dólares.
Dividiendo por 24 legisladores tenemos 54 empleados por cada edil. ¿Qué papel podría cumplir esa cantidad para cada concejal en las atestadas oficinas de la Junta?
Será que la cifra en cuestión incluye los “recomendados” y nombrados por “cupos” que tienen los ediles en dependencias del Ejecutivo para colocar a sus operadores políticos. Muchos tan siquiera figuran en la página web del listado de personal. La transparencia está lejos.
Suponiendo que cada concejal necesite cierta gente a su servicio para el cumplimiento de sus deberes: uno o dos hacen de secretarios, otro prepara boletines de prensa, uno las minutas, otro atiende llamadas, uno recibe en las audiencias, otro ceba el tereré o sirve el café, hay un chofer y un ascensorista... Más de una decena no nos imaginamos.
¿Qué tarea realiza el resto de los 44 funcionarios que corresponden por cada edil?
En 1997, hace 20 años, la Junta Municipal de Asunción operaba perfectamente con 67 empleados y en 2010 eran 250 funcionarios.
¿Cómo es posible que se haya desbordado tanto en siete años con la misma producción de Ordenanzas, incluso mucho menos que dos décadas atrás?
Los concejales con su grosero prebendarismo lotearon cada centímetro cuadrado de la municipalidad y rifaron el presupuesto que debería ir a otros menesteres más urgentes para la ciudad.
No solo producen un tremendo daño al gobierno de la ciudad, sino a los mismos funcionarios de carrera y profesionales capaces que hace años ingresaron por mérito propio. Estos son dejados de lado o mandados al freezer para dar lugar a chupamedias y planilleros.
Lastimosamente, seguirá así hasta que terminen por hundir el Titanic municipal.
pgomez@abc.com.py