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La mandioca en el Paraguay ya la cultivaban los Carios, única etnia criolla que manipulaba la tierra para cultivar otros rubros sudamericanos y tan valiosos como el maíz y la papa. Las demás castas indígenas cosechaban lo que la haraganería les permitía. Hoy los Aché de Puerto Barra-Alto Paraná, son los duchos en la producción agrícola diversificada.
La mandioca en el Paraguay ya nació mucho antes que este país y tras los periodos de peligrosas extinciones que siempre tuvo y tiene, no pasa del estado de convalecencia y resucita para que siempre vuelva a echar raíces. La mandioca siempre tuvo en este país la marca registrada de cultivo exclusivamente de autoconsumo. El agricultor solamente medía y calculaba lo que en el año debía consumir junto a su familia, calculado en un kilo por adulto y por día. Por ello es que nunca tuvo el desarrollo que ya los otros países daban a las grandes alternativas de industrializarla.
El promedio de rendimiento de la mandioca se mantiene en unas 15 toneladas por hectárea. Pobre rinde teniendo en cuenta que en otros lares ya alcanzan 60 y más ton/ha y, como cualquier otro cultivo, la necesidad consiste en producir más kilos por superficie y en lo posible más hectáreas con excelentes rindes, sobre todo para el pequeño productor ya que la mandioca pasó a ocupar también un sitio especial con el título de rubro de renta.
Debe mejorarse la calidad y el volumen. Estamos muy lejos de Tailandia que exporta al mundo 1,4 millones de toneladas/año de almidón de mandioca y vende a US$ 320/ton contra las 50.000 ton/año que exportamos nosotros a un costo de US$ 580/ton, más el alto costo del flete terrestre. No es mala cantidad pero se debe mejorar bastante con las variedades, el manejo del cultivo y la poscosecha, con las buenas prácticas culturales, la comercialización, los créditos blandos, eficaz y oportuno control de enfermedades y plagas y una eficiente asistencia técnica. Estamos lejos de este combo productivo y más aun con un Ministerio y entidades afines a la producción convertidas en oficinas paralelas al asistencialismo populista, defectuoso, caro, atrasado e inservible.
La agricultura de nuestros días exige otras mañas y destrezas. Nuestros suelos están corroídos y los rendimientos de las variedades como el kano pytã’i, el pytã guasu, jeruti, el pomberi, el clavel, el tacuara say’ju, el meza’i, el ju’i, tacuara hovy, señorita, jacaratiá, Toledo, el chara guasu, Caballero, la conché y otras, como las brasileras introducidas: fécula roja y la blanca, la brava y la roxiña, claman por una mejor y adecuada conducción. No pasamos de las 150.000 hectáreas en total en este país y con eso se debe dar de comer a los paraguayos, a la industria, a la exportación de almidón, al contrabando para el Brasil y a los animales de las chacras campesinas.
El próximo viernes se festeja el Día de la mandioca en el Abasto Norte y el pastel mandi’o, el mbeju, el chipá, el mandi’o chyryry, el almidón, el chancho, la gallina y los paraguayos exigen cortar de raíz todas las falencias productivas que tiene la mandioca del Paraguay.