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Refiriéndose a la ausencia de Cuba de la cumbre, un tema que seguramente figurará de manera prominente en las conversaciones de los presidentes este fin de semana, Santos sugirió que Washing-
ton y los países latinoamericanos debían discutir y quizás reevaluar sus definiciones sobre temas como la libertad de prensa, de elecciones libres y la democracia.
Según una cláusula de la Declaración de Quebec de la Cumbre de las Américas del 22 de abril de 2001, adoptada por consenso y que Estados Unidos invoca ahora para oponerse a la presencia de Cuba, los países participantes acordaron que el estado de derecho y la democracia son “una condición esencial para nuestra presencia en esta y en futuras cumbres” de las Américas, las únicas reuniones presidenciales que incluyen a Estados Unidos y Canadá.
Ecuador dice que boicoteará la cumbre de Cartagena este fin de semana si Cuba no es invitada. Otros países latinoamericanos han dicho que, aunque asistirán, están de acuerdo con Ecuador y propondrán invitar a Cuba a la próxima cumbre entre Estados Unidos y Latinoamérica.
¿Quién tiene razón? le pregunté a Santos. El presidente colombiano respondió que “no es solamente Ecuador el que quiere que Cuba venga. Una mayoría de países de América Latina quisiera que Cuba estuviera en la cumbre”. Y agregó que la cumbre de Cartagena debía “discutir la forma” en que Cuba podría estar presente en futuras cumbres.
Muy bien, ¿pero qué pasa con la cláusula democrática de las cumbres? ¿Y qué pasa con la argumentación de Estados Unidos, de que si Cuba es invitada a la cumbre no solo se estarían violando las propias reglas de la cumbre, sino que se establecería un precedente peligroso que llevaría a la erosión de los acuerdos de defensa colectiva de la democracia en la región? le pregunté.
“Todo eso está sujeto a discusión”, dijo Santos. Agregó que Colombia defiende y seguirá defendiendo los principios democráticos, pero afirmó que “cada país tiene su forma de percibir y definir por ejemplo la libertad de prensa”.
Debería haber “discusiones” sobre conceptos tales como la libertad de prensa, porque “no hay valores o posiciones totalmente estáticas, congeladas. Eso va teniendo una evolución. Tenemos que discutir todos esos temas”.
La mayoría de los defensores de los derechos humanos y de la democracia discrepan sobre esto último. Los derechos fundamentales son valores universales, que fueron consagrados en la Carta de las Naciones Unidas después de la Segunda Guerra Mundial, para impedir que los regímenes totalitarios hicieran lo que se les antojara sin violar normas internacionales, argumentan.
Óscar Arias, el expresidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz, que con frecuencia ha criticado las políticas de Estados Unidos, dice que estaría mal abrir una discusión sobre las diversas interpretaciones de la libertad de prensa y la democracia. Cuba “es una dictadura que ha dejado a miles de cubanos en los cementerios durante los últimos cincuenta años por haberse atrevido a discrepar con el gobierno”, dijo.
Arias agregó que “hay cosas que se mantienen a través del tiempo, como la libertad o la democracia. Si Cuba quiere llamar a lo que tiene un régimen democrático y libre, no es aceptable. Tenemos que mantener esta cláusulas democráticas, y exigir su cumplimiento”.
Ricardo Trotti, un funcionario de la Sociedad Interamericana de Prensa, afirma que si se deja la definición de los derechos básicos al arbitrio de cada país, “corremos el riesgo de que se legalicen las violaciones a los derechos más fundamentales”.
En los círculos diplomáticos, muchos dicen que si Cuba fuera invitada a la Cumbre de Cartagena, se debilitarían enormemente los acuerdos pactados por la región para la defensa de la democracia, y que en los últimos años fueron.
Si la cláusula democrática de la cumbre es alterada para permitir la participación de Cuba, “bajaríamos los estándares aún más“, dice Peter Romero, exdirector de asuntos latinoamericanos del Departamento de Estado durante el gobierno de Bill Clinton.
Mi opinión: Santos tiene razón al intentar encontrar una manera de reincorporar a Cuba a la comunidad diplomática interamericana.
Pero la manera de hacerlo sería invitar a Cuba como observador, e instar a su régimen militar a que acepte algunos estándares mínimos de respeto por los derechos humanos, civiles y políticos para poder convertirse en miembro pleno.
Si en la cumbre de Cartagena los presidentes deciden debilitar la cláusula democrática para permitir el ingreso de Cuba, establecerán un precedente peligroso que llevará a la aceptación colectiva de las dictaduras militares en toda la región.