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Es un “error de lesa humanidad”, no se me ocurre de qué otro modo calificar el gesto, porque no han hecho otra cosa que arrojar un manto de duda, de sospecha, de escepticismo sobre lo que debería ser la lucha en favor de los derechos humanos. Las declaraciones hechas a este mismo periódico por el vicepresidente de la Asamblea, José Cristaldo, revelan la precariedad ideológica de quienes desean encarnar la defensa de los derechos humanos, por lo que todo esfuerzo que realicen, a partir de ahora, será absolutamente vano. Nadie capaz de esbozar un pensamiento querrá apoyarlos.
En declaraciones hechas a este periódico, Cristaldo dijo que la Asamblea Permanente de Derechos Humanos “debe mantenerse en el medio de todo y, por lo tanto, no sería correcto estigmatizar a las personas, sean quien fuere (sic)”. Esta Asamblea no es la Cruz Roja que está en el campo de batalla para socorrer a los heridos de ambos bandos. Una organización en favor de los derechos humanos debe buscar que todos recibamos un tratamiento humanitario y asegurarnos la calidad de la justicia que vayamos a recibir y punto. Es mucho pedir, sin embargo, que no estigmaticemos a gente que ha decidido tomar las armas para hacerse “su” propia justicia; gente que ha matado a ciudadanos inocentes; gente que puso de rodillas a campesinos para pegarle un tiro en la cabeza en presencia de sus familiares por motivos que desconocemos. ¿No debemos considerar a un grupo así como un “grupo criminal” porque así lo quiere esa Asamblea? ¿Y cómo lo podríamos calificar, entonces? ¿No es criminal que un grupo de gente desconocida mantenga en cautiverio desde hace 50 días, en el momento de escribir estas líneas, a un adolescente de 16 años a quien se lo llevaron porque era el eslabón más débil de una cadena que a ellos les incomoda?
La fragilidad ideológica del señor Cristaldo es patente cuando expresa, en esa misma entrevista, que “las personas tienen el mismo valor (...). Yo tengo que estar ajeno a los procesos legales, pero no podemos dejar de ver la realidad”- Sería bueno que explicara qué entiende él por “estar ajeno a los procesos legales”. ¿Querrá decir que debe actuar de espaldas a lo que dictaminen los tribunales? ¿Querrá decir que no deben importarle las sentencias que se dicten en juicios justos? Lo correcto sería no jugar con expresiones grandilocuentes que pueden llevarnos a conclusiones erróneas. Las personas, como usted dice, tienen el mismo valor, pero no por eso me obligue usted a sentarle a mi mesa al célebre Destripador de Londres ni al Degollador de Boston porque, créalo o no, yo nos los encuentro iguales a mí. Hay una visible barrera moral que nos separa. Del mismo modo que hay una barrera que me separa de los métodos utilizados por el EPP; una barrera moral e ideológica.
La respuesta que recibieron de Alcides Oviedo Brítez, sentenciado por los tribunales correspondientes, es la prueba más clara de la ingenuidad que cometió, señor Cristaldo, al dirigirle ese desacertado pedido de liberación de Arlan Fick. Usted no ha beneficiado en nada a la ya maltratada familia Fick ni a la seguridad de los ciudadanos de este país. Antes bien, ha beneficiado al grupo criminal del EPP al que ha tratado como “beligerantes” cuando en realidad son delincuentes.
El daño ya está hecho, es irreversible. Por un dejo de dignidad, renuncie señor Cristaldo, usted y toda la directiva de la Asamblea y dilúyanse en el anonimato. Los derechos humanos son algo muy serio para estar especulando con ellos en medio de una total desorientación ideológica.
jesus.ruiznestosa@gmail.com