El futuro de los jóvenes

La Agencia Gallup, famosa por sus encuestas de sondeo de opinión, el 4 de mayo de 2011 publicó los resultados de una encuesta entre norteamericanos, preguntándoles si los jóvenes de hoy disfrutarán de una vida mejor que la de sus padres, a lo que el 44% respondió que no.

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Con este solo dato no podemos llegar a ninguna otra conclusión. Es un dato abierto que no ofrece elementos suficientes para asentir o disentir, aunque personalmente podemos estar de acuerdo o en desacuerdo con ese 44%. No obstante el resultado de la encuesta da para pensar. La pregunta no es superficial, por eso se hizo y por eso tuvo respuestas.

Ciertamente los jóvenes de hoy y en su futuro inmediato y remoto cuentan y contarán en su entorno con muchos más recursos culturales, científicos y tecnológicos que los que tuvieron y tienen sus padres para mejorar la calidad de vida. Pero también es cierto que esos mismos recursos actuales y por venir crean condiciones y entornos totalmente nuevos, que exigen cambios profundos en actitudes, conocimientos y competencias culturales, sociales y laborales.

Poder gozar esos nuevos y fascinantes recursos que van apareciendo progresivamente lleva consigo dos presupuestos. El primero es contar con recursos financieros para poder adquirirlos y mantener su uso; y el segundo es tener adquiridos los conocimientos, competencias y actitudes de los que acabamos de hablar, cuya adquisición también requiere costosa financiación. Adquirir calidad de educación, formación y capacitación es cada día más caro y necesariamente renovable, por la aceleración de los cambios que dejan fácilmente caducas las habilidades, competencias y conocimientos adquiridos y las mismas herramientas de uso, que cambian constantemente y quedan obsoletas en poco tiempo.

Trabajar y lograr recursos financieros en este mundo de constantes innovaciones es cada día más difícil. Las novedades que facilitan la calidad de vida, dificultan la posibilidad de empleo. Las novedades se producen con nuevas ciencias y tecnologías, que suponen nuevos campos de trabajo y nuevos modos de trabajar. La nanotecnología y los nanobots insertos en células sanguíneas, la cibernética, la neobiología, la neurología de vanguardia, la creación de inteligencia artificial y su inserción dentro del cuerpo humano, la robótica, la ingeniería genética, la física cuántica, etc.. necesitan desarrollo mental de los trabajadores más que mano de obra. La productividad alcanzada con las nuevas ciencias y tecnologías desplaza a los trabajadores hacia mucho tiempo de ocio y desocupación.

En este contexto, con la educación, formación y capacitación que reciben la mayoría de nuestros jóvenes, no estarán en condiciones de integrarse proactivamente al mundo que ya están viviendo, menos aún al que tienen en la puerta.

El reciente informe del McKinsey Global Institute dice que “una parte importante de los jóvenes que residen en países desarrollados vivirán peor que lo hicieron sus padres, al menos en términos de renta. Entre el 65% y el 70% de los hogares de 25 economías desarrolladas (580 millones) han sufrido un estancamiento o caída en sus ingresos reales entre 2005 y 2014. Mientras que entre 1993 y 2005 solamente el 2% de los hogares sufrieron esta situación, es decir, menos de 10 millones de personas”. Los jóvenes más afectados fueron los jóvenes con menor formación.

Si en países de economías desarrolladas sucede así, hay motivos para pensar que con más razón sucede y sucederá más duramente en países subdesarrollados, que exportan cada día más emigrantes.

Será preocupante para el futuro de nuestros jóvenes que no abran los ojos y encerrados en su burbuja de pasarlo bien no vean el horizonte que les espera. Pero mucho más grave y preocupante es ,que adultos responsables de universidades e institutos superiores sean mercaderes de títulos y haya jóvenes también corruptos que los compren. La degradación de ciertas instituciones de educación superior está degradando las profesiones, corrompiendo y estafando a jóvenes que tienen asegurado su futuro fracaso profesional y laboral.

Si en algún momento de nuestra historia ha sido necesario definir y promover políticas eficientes a favor de la juventud, ninguno es comparable a este. Ojalá que las instancias responsables de apoyar a los jóvenes asuman su rol con eficacia. Porque por el camino de la corrupción y la ignorancia no hay futuro.

jmonterotirado@gmail.com

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