Bendita salud

Recién llegados al mundo, éramos la razón de la alegría de nuestros padres.

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Nuestra madre nos daba de mamar y el universo se reducía a la relación amorosa entre ella, su paciencia infinita y nuestra hambre que iba siendo saciada con la leche salida de unos senos generosos.

Pasado un tiempo la vida nos fue empujando al mundo. Algunos disfrutábamos de una infancia feliz y entretenida con aquellos juegos simbólicos y causantes de gracia que dejaban al descubierto nuestra inocencia en su estado más puro.

Después que dejamos de ser niños, vivimos la adolescencia como pudimos y según como se iban dando las circunstancias. Nos enamoramos, escribimos largas epístolas (muy mal redactadas tantas veces) de tristeza y de pasión, y nos quedamos aguardando respuestas.

El deseo de encontrarnos con la persona querida en algún sitio en especial hacía que la existencia tuviera una calificación excelente para nuestros sentidos.

¿Qué podía ser más importante que decir aquellas trivialidades, aquellas frases hijas de un corazón convertido en brazas, al ser amado?
Amamos y fuimos correspondidos.

Amamos y no hemos sido correspondidos.

Llegamos a la adultez y nos encontramos con un mundo que muestra diversos rostros a medida que se presentan las dificultades y no hallamos la manera práctica de superarlas. Empezamos a extrañar, y cuánto, por cierto, aquel hogar inicial donde no faltaban en la mesa la sopa caliente y el postre. El budín daba un broche de oro al cálido almuerzo familiar.

Y ahora caemos en la cuenta de que existen personas marcadamente malvadas.

Aún cuando no hayamos hecho nada que merezca un maltrato, la vida nos va despojando de algunas pieles de alegría, de confianza y de buen humor.

Cuidado...

Por otra parte, es muy dura la tarea de ganarnos el pan honradamente.

Algunas gentes soportan a diario el mal genio de muchos patrones que obsesionados por su afán de dinero exigen un exagerado rendimiento físico e intelectual.

El trato cotidiano con personas malhumoradas, despectivas y cultivadoras de chismes hacen lo suyo, vale decir, nos llevan a un terreno peligroso.

Cuántos individuos han caído en la depresión pues el ambiente negativo, la malicia de personajes ruines, la carencia de planes, las oportunidades fallidas para sobresalir en algún área, han ido minando lentamente su ánimo.

La depresión no solamente es un vacío, es un sufrimiento extremo que paraliza casi todas las emociones y lleva al individuo a flaquear.

La salud mental de muchas personas está pasando por momentos delicados, críticos en estos momentos. ¿Cómo recuperarla?

Los especialistas en salud mental tendrían que tener más de una respuesta.

El Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social debe desarrollar rápidamente un programa que encare los desórdenes nerviosos acompañados de ansiedad, estrés y ataques de pánico.

Infórmese sobre las consecuencias negativas que traen a su mente la sociedad de consumo. No se quede encerrado en su habitación pues ella se convertirá en su cárcel.

Desconfíe de los consejos y razonamientos burdos y desprolijos de quienes solamente buscan ventaja personal.

 delfina@abc.com.py

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