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Los tres dijeron que el ataque se inició a las 00:20 y coincidieron en que ante el poder de fuego de los atacantes nada pudieron hacer, excepto esconderse para evitar ser asesinados.
Dos de ellos, Gil Salcedo Dávalos y Martín Ramón Adorno, dijeron que se refugiaron juntos en un baño, ya que estaban expuestos totalmente en la garita principal y blindada de la planta baja, que fue destrozada con fusiles calibre punto 50.
El otro, Óscar Figueredo, estaba en el comedor de la planta alta y aseguró haberse enfrentado desde su posición contra la gavilla por al menos 20 minutos, hasta que finalmente se dio cuenta de que era superado en número y optó también por rendirse y dejar de molestar a los brasileños, que para ese momento ya habían volado con explosivos la bóveda de la fortaleza.
Los guardias mencionaron que dos minutos después de que se iniciara el asalto, ellos ya habían comunicado la trascendental novedad a su central de alarma, como para que esta alertara a la Policía.
Además de los custodios de Prosegur, ya declararon cuatro civiles que fueron víctimas de los asaltantes, al ser despojados de sus vehículos para que sean utilizados como barricada.
Hay dos órdenes de captura dictadas, contra un paraguayo y un brasileño, que serían los que ayudaron a cruzar en lancha a los delincuentes hacia Brasil.