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“Me tuvieron cinco horas en Interpol y después durante seis o siete meses me estuvieron sacando plata todos los meses”. Lo dijo Ibar Pérez Corradi, el argentino prófugo más buscado en su país, tenía tres órdenes de captura por narcotráfico, lavado de dinero y tres asesinatos además de una alerta roja de captura en Interpol. Sin embargo, entró tranquilamente al Paraguay en el 2012 y se instaló en el Paraná Country Club desde donde pronto inició el negocio con sustancias químicas.
Cuando el 12 de febrero pasado la prensa argentina empezó a titular con profusión que Ibar Pérez Corradi había sido detenido en Paraguay, el prófugo argentino ya llevaba ocho meses pagando a la policía para evitar ir preso. Y mientras nuestras principales autoridades desmentían a la prensa argentina saber cualquier información sobre Pérez Corradi, un grupo de policías corruptos recibía plata de él.
En la entrevista con ABC Color, Pérez Corradi no quiso dar muchos detalles sobre este caso. Él dice que se comprometió a no hacerlo. “La gente me pidió que yo no diga nada al respecto porque la investigación está en curso y yo accedí”, dice sin aclarar a qué gente se refiere.
Un secuestro
Noche del 29 de mayo del 2015. “Fueron unos policías y la forma que lo hicieron fue al estilo secuestro. No es que yo fui, los busqué y les ofrecí dinero. Ellos me agarraron a mí de la calle, me llevaron, me tuvieron detenido y me pidieron plata para dejarme libre. Fue más un secuestro de un grupo de policías corruptos que una institución policial”.
–¿Por cuánto tiempo lo tuvieron así, extorsionándolo?
–No, cinco horas me tuvieron ahí en Interpol y después durante seis o siete meses me estuvieron sacando plata todos los meses. Después dejaron de sacarme plata, no porque eran buenos, sino porque pasó todo lo que pasó (se refiere al escándalo de febrero pasado cuando los argentinos dijeron que había sido detenido en Paraguay). Y bueno, no se querían exponer.
–¿Cuánto dinero más o menos le llegaron a sacar?
–No, por eso te digo, en total deben haber sido 150.000 dólares, 160.000 dólares, no implica a jefes policiales, es nada más que un grupo de policías corruptos.
–¿Entre cuántas personas cree que se repartieron esa plata que Ud. dio?
–Había cerca de once personas.
–¿Cree que el jefe de ese departamento también estuvo necesariamente al tanto, los vio?
–Sí, sí… los vi a todos. De esto prefiero no hablar porque está la causa en curso y me pidieron que no hable.
–¿Cuánto tiempo vivió en el Country?
–Seis meses, siete meses.
–¿La primera vez que lo descubrieron fue en el 2015, antes que eso no lo molestaron?
–Nunca.
–¿Cuántas veces lo contactó la Policía?
–La primera vez que me secuestraron, me levantaron de la vía pública, me pidieron plata para dejarme ir y después tenía que dar plata por mes para no tener problemas (US$ 2.000 a Interpol y US$ 1.500 a Antimafia).
Nunca dejé de pagar la plata que me pedían, yo calculo que si dejaba de pagar la plata que me pedían iba a tener problemas, pero si podía pagar lo que me pedían, ¿por qué iba a dejar de pagar?
¿Lo protegió gente importante en Paraguay?
La pregunta, “¿llegó a conocer a gente importante del país?” disparó una respuesta encendida de Ibar Pérez Corradi. “No. Te explico una situación”, dice.
“Yo al árabe, en los últimos cuatro años, le hice ganar 5 millones de dólares. Yo me tuve que... si yo hubiera conocido a alguien importante de Paraguay hubiera mandado a la mierda al árabe y hubiera compartido mi ganancia con alguien importante de acá y yo me hubiera llevado más plata”. El árabe a quien apunta Pérez Corradi es Mohanad Khalife, propietario de una importadora de suplementos para deportistas y de un local que las distribuye en CDE. El mismo a quien Pérez Corradi sindica como haberle dado el dinero para el primer gran pago a la policía paraguaya.
Khalife llegó hasta nuestra redacción la semana anterior junto con su abogado. Admitió tratos comerciales con Pérez Corradi, pero negó que fueran sobre sustancias ilícitas. Dijo que Pérez Corradi le hacía compras por varios miles de dólares de suplementos envasados y que él lo conocía con el nombre de José Luis Fernández, sin sospechar que era un prófugo argentino.
Mañana: El gran negocio que ayudó a montar. Final
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