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2 de julio del 2016. Cuatro días después de iniciada la serie de investigación, en horas de la tarde/noche los militares ya tuvieron en sus manos un primer reporte de números telefónicos donde constaban todos los llamados efectuados y recibidos por la periodista de ABC Color en su celular corporativo. Fuentes a las que accedió el diario alertaron que reforzaban la inteligencia para hallar a los “traidores” que habían delatado los hechos de corrupción.
Así nos enteramos y confirmamos que parte del equipo de Inteligencia militar que estaba operando en el norte –los COFIN a las órdenes del Tte. Coronel Cayetano Rodríguez, más conocido como “Bronco”– fueron traídos del norte para sumarse al trabajo de inteligencia. Una parte quedó trabajando en el 5º piso del edificio de las Fuerzas Militares y otra se sumó a la base del CI 3 (Centro Integrado de Información de Policía, militares y Senad) que opera en Tacumbú, frente a la Penitenciaría del mismo nombre.
Así, de un plumazo, se desangró la unidad de inteligencia que operaba en el norte para hallar las células del EPP, de la ACA y de otros grupos criminales. Todos quedaron concentrados en Asunción por varios días mientras buscaban a quienes consideraban “los traidores”.
Fuentes del norte reportaban mientras tanto a nuestro diario de qué manera se había diezmado el equipo a tal punto que ni vehículos les dejaron: Una vieja camioneta S10 incautada a los narcos quedó como único medio del equipo que debía hacer inteligencia. En Asunción se concentraron todos bajo las órdenes del general José Alvarenga, mano derecha de Gonzaga Garcete y quien una vez más empezaba a liderar un brazo paralelo de las FTC.
4 de julio del 2016. Dos días después de haber conseguido el primer reporte completo de llamadas realizadas y recibidas, los militares fueron por más. Al mediodía manejaban ya el segundo reporte completo de llamadas recibidas y realizadas, esta vez del celular particular de la periodista que investigaba los hechos de corrupción.
Mientras el equipo de inteligencia jugaba a detectar a supuestos “traidores” e “infieles” de la causa militar, en el norte se gestaba un nuevo secuestro que ni olieron los militares. El 27 de julio se concretó el secuestro del adolescente Franz Wiebe por parte del EPP, casi en las narices de la Fuerza de Tarea Conjunta. Su departamento de inteligencia integrado por policías y militares que inauguraron con toda la pompa el Centro Integrado de Inteligencia –más conocido como CI3, frente a Tacumbú– fue ridiculizado una vez más.
Los militares –ahora se sabe– estaban muy ocupados monitoreando a una “peligrosa” periodista. La pregunta cuya respuesta nunca sabremos es si el Comandante de las Fuerzas Armadas, Horacio Cartes, estaba al tanto de estos graves hechos de espionaje.