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Peter Courtland Agre (1949) era un estudiante rebelde de Minnesota que pese a la Guerra Fría decidió visitar la Unión Soviética, lo que le costó la expulsión del colegio.
Incentivado por su padre, decidió seguir una carrera científica y años después le valdría esto el Premio Nobel de Química 2003, por “sus descubrimientos acerca de los canales en las membranas celulares, por el descubrimiento de los canales de agua”.
Es profesor de la Facultad Bloomberg de Salud Pública y director del Instituto de Investigación del Paludismo en la Universidad Johns Hopkins de los Estados Unidos.
Es miembro de la Academia Nacional de Ciencias y del Instituto de Medicina de los Estados Unidos; también fue presidente y miembro del Comité de Derechos Humanos de las Academias Nacionales Norteamericanas. El Dr. Agre y su esposa Mary, una maestra de preescolar, han estado casados por 36 años y tienen cuatro hijos.
–Usted manifestó en su conferencia de Asunción que no fue un buen estudiante de química, ¿cómo hizo después para interesarse por la ciencia?
–Las notas de los estudiantes a veces son buenos predictores y ayudan a identificar talentos, pero otras veces las notas no son predictores precisos. Por ejemplo, el gran escritor estadounidense John Steinbeck estudió literatura inglesa en la universidad, y lo expulsaron de la universidad de Stanford. Ganó el premio Nobel de Literatura. Así que mi fracaso en Química fue por rebeldía.
–¿Por qué no le gustaba la química?
–Yo estaba distraído en la época de colegio. Hice un viaje a Rusia, Ucrania y Moldavia, todos estos países antiguamente comunistas. Tenía un diario clandestino, ilegal, y eso me costó la expulsión del colegio. Así que ahora me estoy recuperando.
–¿Cómo fueron sus primeros años dentro de la universidad?
–Al terminar el colegio tenía muchas ganas de salir de Minnesota, mi estado natal, y como era muy mal estudiante en secundaria la única universidad a la que podía acceder era la universidad donde enseñaba mi padre. Era una universidad muy modesta, no excelente. Pero era una muy buena oportunidad, así que estudié mucho. Y luego, por algún tipo de milagro, fui aceptado en la Johns Hopkins. A veces tienes una segunda oportunidad en la vida.
–¿Cómo descubrió las acuaporinas?
–Me gusta pensar que las acuaporinas nos descubrieron a nosotros, no al revés. Estábamos investigando otro problema. Estábamos investigando la naturaleza del factor Rh en glóbulos rojos de la sangre. Y estábamos investigando al factor Rh, lo purificamos por primera vez. Una segunda proteína contaminaba nuestras preparaciones, nuestras muestras.
Esta segunda proteína tenía propiedades interesantes que captaron mi atención. Así que hicimos algunos experimentos y siempre obteníamos la misma respuesta. Así es que las descubrimos por accidente.
–¿Cuáles fueron los experimentos que realizaron para confirmar que era una nueva proteína?
–De hecho, no nos dimos cuenta de que era una nueva proteína, pensamos que era un producto de la degradación del factor Rh, ya que es más pequeña. La purificamos, obtuvimos su secuencia y nos dimos cuenta de que era nueva, su secuencia era diferente a la del factor Rh, el cual también secuenciamos y resultaron ser totalmente diferentes.
–¿Qué pensaron cuando descubrieron la acuaporina?
–Generamos un anticuerpo contra el supuesto contaminante, así es que en palabras exactas fue “eureka”. Eventualmente, descubrimos qué hacía el contaminante. Así es que fue un descubrimiento azaroso, con muchas frustraciones y una buena idea de un amigo mío. Así es que por eso digo que me descubrió a mí.
–¿Cómo siguió la investigación? ¿Cuántos tipos de acuaporinas encontraron?
–Nuestro descubrimiento inicial fue, claro, la primera acuaporina (el primer tipo), pero tiene similitudes con secuencias en un banco de genes. Secuencias en un banco de genes no tienen funciones, así que sabíamos que habían otras acuaporinas al instante. Ahora hay 13 acuaporinas humanas identificadas. Pero si uno va a la base de datos de genomas, hay más de 500. Todas las especies las tienen: aves, mariposas, insectos, plantas, microorganismos. El arroz tiene más de 50 acuaporinas. Cada una de ellas proviene de un gen diferente.
–En términos de investigación aplicada, ¿qué se pudo hacer o descubrir después? ¿Para qué sirve la acuaporina?
–Hasta ahora ha sido un descubrimiento sin productos. Los descubrimientos realmente se vuelven importantes cuando puedes cambiar el resultado de una enfermedad o prevenirla. Hasta ahora es un descubrimiento sin un beneficio humano. Estoy siendo muy honesto. Esperamos que cosas como edemas cerebrales puedan ser prevenidas o tratadas, o glaucoma; también boca seca, fallo renal, fibrosis quística e incidir en el desarrollo en plantas.
–¿Cuánto tiempo investigó esto para llegar al Nobel de Química?
–Han sido 10 años desde el Premio Nobel. Son más o menos 25 años desde que descubrimos la proteína, y luego de 5 años descubrimos su función. Así es que 25 años atrás la descubrimos, 20 años atrás descubrimos su función y hace 10 años ganamos el Premio Nobel. Son tiempos antiguos, antes de que todos ustedes nacieran. Pero yo ya estaba aquí. El tiempo es relativo.
–¿Qué fue lo primero que pensó cuando recibió la llamada de Suecia?
–Estaba muy feliz, obviamente. Habían muchas pistas de que ocurriría, pero ninguna “definitiva” de qué pasaría. Así es que estaba muy complacido y aliviado, dado que por muchos años esto era esperado, por otros, no por mí. Cuando las personas proyectan cosas, luego se ponen nerviosas. Creo que la parte triste del Nobel es que a veces se espera o se pierde toda su vida.
Llama a un científico los primeros días de octubre y se vuelven locos pensando que es de parte del comité Nobel. Así es que pienso que todo científico sueña de día, todos quieren ganar un premio Nobel. Me gusta celebrar el éxito, pero no lo tomo muy seriamente. Ayer hablamos acerca de Roberto Benigni, el actor italiano, a veces me gusta ser el Roberto Benigni de la ciencia.
–¿Por qué?
–Bueno, creo que la vida es corta. Y mucha pomposidad, como una excesiva autoestima o exagerada dignidad, es tediosa. Pregúntale a mis hijos, ellos me imitan.
–¿Cambió su vida después del premio Nobel?
–El perro no me ama más que antes. Espero que mi familia todavía me ame. Y tengo 50.000 nuevos amigos. Es un poco curioso y de alguna manera difícil de mantener la privacidad, así es que es una bendición mixta.
Por un lado creo que es una muy buena oportunidad de hacer viajes como este, a UniNorte, conocer científicos jóvenes de Paraguay, porque este es un país pequeño, no es Brasil, no es China. ¿Es importante? ¡Por supuesto que es importante! Y qué otra mejor manera de mostrar a los jóvenes científicos que lo que haces es importante. Así es que ese es un cambio. Antes del Nobel, solo había venido de mochilero a Sudamérica con mi esposa, sin dinero, y en aquel entonces no visitamos Paraguay. Visitamos Brasil, Argentina, Bolivia y Perú, lo hicimos en bus.
Es importante también para validar que UniNorte es una universidad joven con un gran futuro. Y Paraguay tiene muchas personas como ustedes, y todo eso es bueno. Cuando estuve aquí antes con mi esposa, fue al estilo de “Diarios de Motocicleta” pero sin la motocicleta.
–¿Y está agradecido?
–Creo que tengo una deuda de gratitud con científicos en todos lados, el Premio Nobel se lo dan a dos o tres personas, pero hay mucha gente involucrada en el trabajo. Y la ciencia es una comunidad enorme de hombres jóvenes y mujeres ahora, más que nunca, mujeres jóvenes. Y ayuda la vida de las personas. En mi charla hablé de edema cerebral. Era una abstracción hasta la semana pasada.
Mi esposa tuvo una cirugía cerebral, así que es algo serio. Su inflamación era causada por acuaporinas (por mal funcionamiento tal vez), así es que se convirtió en una conexión personal, y todos tenemos algún amigo o familiar que ha tenido algún problema de salud o nosotros mismos. Así que el Premio Nobel es una forma de generar conciencia en el público.
–En su ponencia también dijo que trabajar en ciencia exige una dedicación exclusiva y es muy duro. ¿Cómo compaginar esto con la familia?
–Es una pregunta excelente. Esto es realmente un balance importante porque si no trabajas duro en ciencia, fracasas; si trabajas muy duro, fracasas con la familia, o no tienes familia. Hay una cosa que tengo en claro: cuando un laureado muere, no piensa en su premio Nobel, definitivamente piensa en su familia y sus amigos. Y creo que la motivación que recibimos viene de nuestra familia y nuestros amigos.
–¿Hay otros científicos en su familia?
–Mi padre, él era un químico de verdad. Creo que el comité Nobel llamó al número equivocado. Pero él falleció 8 años antes de la entrega del Nobel de Química. Él era un verdadero científico y profesor. Yo me siento como el hijo pródigo del pasaje bíblico. El hijo malo que vuelve. Él me introdujo a la ciencia cuando yo era muy pequeño. Pero la tradición se detuvo, mis hijos no son científicos. Cuando escucharon que gané el Premio Nobel, uno de ellos dijo a un periodista: “Creo que mi padre no es un perdedor después de todo”.
–Si le digo la palabra ciencia, ¿qué es lo primero que se le ocurre?
–Sabes, hago esto algunas veces en mis charlas, digo una palabra y pregunto ¿qué es lo primero que te viene a la mente? “Científicos locos”, dicen muchas personas; o si dices “Física”, responden “Einstein”. Cuando pienso en ciencia, pienso en una larga tradición que incluye arquitectura, ingeniería, agricultura, educación, no es simplemente pipetear en un laboratorio. Es la tradición de experimentación y aprendizaje.
También pienso en la gente alegre que conocí en ciencia, tan entusiasmados, tan interesantes en muchas formas diferentes. No es solo como Christopher Lloyd (de la película Volver al futuro). Los científicos son así algunas veces. Algunos tienen malas personalidades. Las personas más malas que conozco son científicas, y también las personas más maravillosas que conozco son científicas.
–¿Cree que estamos viviendo en la era de la ciencia y tecnología?
–Definitivamente, sí. Y esto es lo que separará a los países del mundo. Los países que usan educación seriamente se elevarán hasta la cima y los que no, nunca estarán en la cima. Si no formas científicos, ingenieros, educadores o médicos, nunca te elevarás y este es el desafío para países pequeños como Paraguay.
Paraguay no está solamente compitiendo con Bolivia, está compitiendo con China, Alemania, Estados Unidos y creo que la ciencia es una buena forma de hacerlo. Piensa en los productos electrónicos, en medicinas, en investigación en agricultura, en investigación espacial, en el radar, todo esto es producto de la ciencia. Las drogas que salvan nuestras vidas, la penicilina, y la insulina, nada de esto vino de la Iglesia, nada de esto vino de las fuerzas armadas, nada de esto vino del Gobierno, vino de la ciencia. Yo debería postularme a presidente. (Risas).
–En ese punto, ¿cree que se puede separar definitivamente ciencia y fe?
–¿Amas a tu madre o a tu padre? Puedes amar a ambos, amas a tu madre y a tu padre. Tengo 4 hijos, amo a todos ellos. Creo que hay ciertas diferencias que no tratamos de conciliar. Si los hijos tienen diferentes personalidades, debemos respetar a cada una de ellas. Y la religión tiene valores, no pretendo ser sarcástico, nos da consuelo en tiempos de estrés, nos provee de obligaciones morales, ser honesto, ser amable, es hermoso.
Pero cuando los luteranos y los católicos se pelean, es ridículo. No soy una persona religiosa, pero como el presidente Kennedy dijo: “Aquí en la Tierra, el trabajo de Dios debe ser el nuestro. Nuestro trabajo es el trabajo de Dios”. Suena como una afirmación religiosa, pero es una afirmación práctica. Así es que creo que la ciencia y la religión deben estar separados. Bueno, pueden colaborar, muchos científicos son creyentes, otros agnósticos y ateos. No creo que la religión ayuda o hace daño a la sociedad. Los religiosos dogmáticos no creen en la evolución, eso sí es estúpido.
–¿Qué opina de los recortes de fondos de la administración de Barack Obama con respecto a la ciencia?
–Siempre queremos ver más recursos para cosas positivas. Ahora mismo hay un desafío en cuanto a financiación. Todavía tenemos mucha financiación, que es destinado a esto pero no a aquello. Me gustaría ver más sabiduría en la distribución de dinero, en la financiación. Creo que el Gobierno apoya la ciencia, pero hay políticos que se la pasan peleándose.
–Usted tiene una visión con respecto al tema, dice que los científicos tienen que involucrarse en política. ¿Es así?
–Sí. La mayoría de los políticos son hombres de negocios y abogados. “Ellos saben el costo de todo y el valor de nada”. Frase de Oscar Wilde.
–¿Faltan científicos en política, entonces?
–Creo que sí. Y creo que todos los líderes electos deben tener algún grado de conocimiento en ciencia. De otra manera hacen cosas estúpidas. Imagina a George W. Bush y Ángela Merkel discutiendo sobre cambio climático. George W. Bush es un fracaso, como estudiante no tiene historial en ciencia; en cambio, Ángela Merkel es Ph.D. en Química Física, ¿quién crees que entiende mejor el proceso?
–¿Sabía algo de Paraguay antes de venir?
–Creo que tenía un leve conocimiento sobre los tiempos difíciles. Cuando las personas piensan en Paraguay piensan en Stroessner, eso fue generaciones atrás. Mucho ha pasado desde entonces. Creo que Paraguay no recibe tanta atención fuera de Sudamérica como merece. Sabía que tenían una población indígena, pero no sabía que el guaraní todavía era usado por la mayoría de las personas. Una de las razones por las cuales acepté la invitación es porque nunca he estado aquí antes y parecía un muy buen lugar para visitar.
–¿Qué fue lo que más le gustó de Paraguay?
–La verdad que la gente muy buena, y los jóvenes son muy talentosos. En todos lados uno ve gente que está entusiasmada por la ciencia y tienen vidas felices. Paraguay tiene la alegría latina de vivir. Muchos laureados van a Shanghái, muy pocos vienen a Asunción, es un lugar que necesita tener más contacto y creo que tienen un futuro brillante. Con el apoyo del Gobierno, con las personas que leen sus artículos de ciencia, se puede construir una nueva escuela, una nueva universidad, lo cual es importante.
¿Se debe traer a más premios nobeles como lo hace la UniNorte?
–Creo que más importante que la visita es la enseñanza de la ciencia tanto en la universidad como en el público en general. Todas las universidades compiten por traer a un premio nobel, yo he sido invitado por cientos de universidades; visité varias, y creo que trayéndole a un visitante puedes generar conciencia, pero eso no le da a UniNorte un premio Nobel.
Así es que creo que no solamente es curiosidad científica, hay una misión, y UniNorte se da cuenta de eso. El verdadero propósito del éxito no es cuántos premios nobeles te han visitado, sino disminuir la tasa de mortalidad infantil, ese es un importante resultado. Y mediante la aplicación cuidadosa de la ciencia en estándares de salud pública, eso pasará.
–¿Cómo incentivar la ciencia en los jóvenes de Latinoamérica?
–Muchos científicos jóvenes de Latinoamérica van a los Estados Unidos, ellos ya están entusiasmados con la ciencia; la dificultad está en ¿pueden regresar y tener oportunidades aquí? Alcides Chaux trabajó en Johns Hopkins y retornó a Paraguay. Eso es maravilloso. Sin embargo, no ha tenido un laboratorio de investigación aquí. La visita es en parte para hacer lo que dices, para motivar a jóvenes estudiantes latinos a que sigan carreras científicas y no renuncien.
–Por último, ¿cómo ve el futuro de la ciencia?
–Soy muy optimista de que la ciencia resolverá problemas que todavía tenemos. Desarrollar una vacuna para el dengue, solo puede pasar en la ciencia. Así es que me gusta pensar que el futuro de la ciencia es la aplicación de métodos poderosos a problemas importantes. Cuando haces descubrimientos básicos como el descubrimiento de las acuaporinas, el cual fue accidental, tienes un gran futuro.
La ciencia también diferenciará a los países. Singapur y Paraguay tienen el mismo número de habitantes, más o menos 6 millones, Paraguay es rico en recursos de agricultura, Singapur no tiene nada pero invierte masivamente en ciencia, lo cual levanta su economía. Creo que ese es el futuro de la ciencia. Países que inviertan como Singapur crecerán mucho más que países que no invierten en ciencia.
Hay países que hacen ciencia a pesar de los grandes problemas, visité Corea del Norte, allí tienen gente muy linda, pero los políticos son un desastre. Los peores días con Stroessner son peores en Corea del Norte. Pero sus científicos trabajan para mejorar la vida de los niños. Todo lo que tienen son oportunidades limitadas.
–Muchísimas gracias profesor, fue muy amable.
–¿Te cansé? Pero si no he terminado todavía (risas). Estoy bromeando. Ahora estoy en el papel de Roberto Benigni.
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