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Una multitud de fieles se congregó desde tempranas horas ante la posibilidad de la visita de Su Santidad, algunos estuvieron incluso antes que se traslade a Caacupé; sin embargo, recién después del mediodía se confirmó que estaría en ese lugar, ubicado en el barrio Tembetary de la capital.
Al grito de ¡Papa Francisco!, los niños de las Casitas de Belén I y II, Chiquitunga, así como de los hogares de ancianos San Joaquín y Santa Ana y los pacientes de la clínica Divina Providencia, recibieron la bendición del Sumo Pontífice. Allí hizo de anfitrión el fundador de las obras, el padre Aldo Trento, quien le manifestó que este es el pueblo que forma parte de la “aldea de la caridad” que es la Fundación Centro de Ayuda a la Vida San Rafael. “El Papa vino a encontrar a esta pobre gente que son mis hijos y también vino a bendecir e inaugurar la nueva clínica”, explicó el sacerdote de origen italiano.
Un momento emotivo se vivió cuando ingresó el Papa a la sede de la clínica, donde lo esperaba un paciente de nombre José Ocampos, quien padece de una rara enfermedad crónica denominada espondilitis anquilosante, que lo mantiene cuadripléjico, ciego y solo le permite hablar y mover las manos. Como dato anecdótico, se observó que portaba un carnet de “Servidor del Papa”, puesto que aunque no se pueda mover, estaba muy entusiasmado y conmovido por la visita de Francisco.
Al ser consultado sobre lo que le dijo al Papa, explicó emocionado: “Le agradecí por haber venido y le pedí que bendiga al padre Aldo”.
Anunció su visita
Por su parte, del padre Trento recordó que en enero de este año, cuando tuvo una audiencia en Roma con Francisco, este ya le había comunicado su intención de venir al Paraguay y visitar las obras de la fundación. “La primera noticia nos la dio el propio Papa en enero, cuando me había dicho que este año venía al Paraguay y me dijo que quería venir a este lugar”, mencionó.
Poco antes de retirarse del lugar mantuvo una breve conversación con el Vicario de Cristo y éste le dijo: “Yo rezo por ustedes, así que espero que también ustedes recen por mí”.
Luego abordó nuevamente el papamóvil para dirigirse hasta el León Coundou en medio de una multitud que lo ovacionaba e imploraba su bendición.