Cargando...
Liz Marlene llevará en sus manos la carta que escribió con sus compañeritos del tercer grado. La encontramos un día frío con lluvia, haciendo tareas de matemática en la Escuela “Mariscal José Félix Estigarribia” junto a su profe Roxana Aguayo de Zárate, quien nos dice: “Todos somos iguales ante los ojos de Dios, yo como maestra de Liz digo que ella es un ángel en la tierra con una misión. Para mí es una bendición, algo maravilloso”.
Según su maestra, Liz va a ser embajadora de los niños del Paraguay: “Ella pasó por una situación grave, soy su profesora desde el primer grado, cuando me la entregaron era como un pollito bebé y la teníamos que cuidar. A veces nos íbamos corriendo al hospital porque necesitaba terapia, por eso es tan importante que viva cerca del Acosta Ñu. Es una niña bendecida y va a estar junto al papa Francisco. Hoy corre, salta, tiene sus berrinches y amigo especial como cualquier niño. Yo vine a la tierra para ser maestra, maestra de Liz, para contener a Ña Rufina su abuela, yo le doy ánimo cuando ella me cuenta lo que le pasa, y no sé de donde tiene fuerza y energía. Nunca se le ve cara de cansancio, y si supieran cómo sufrió. Ella es una inspiración”.
La abuela Rufina Sosa (63) vive con Liz Marlene Avalos Sosa (10) y su hermano Marco Antonio (13), ella es “mamá y papá”, y se gana la vida vendiendo remedios para mate en una canasta.
Rufina habla en jopara, mitad guaraní y la otra en castellano, y en pocas palabras dice: “Me emociono y me alegro mucho, desde chicos nuestro papá nos llevaba a la iglesia, nunca tuvimos una oportunidad así, y ahora Liz va a poder verle al Papa. Agradecemos a los doctores Nancy Garay, Soledad Alvarez, Marco Melgarejo, María Esther Meza y Diego Gamarra”.
Añadió que cuando supo que el papa vendría a encontrarse con los niños del Acosta Ñu “lloré, ha upéi añemombarete (me fortalecí), le vamos a pedir su bendición por mi hija que se cure, y por todos los niños que están enfermos”.
Liz dibuja flores y muñecos en el pizarrón con tizas de colores, y afirma que cuando vea al papa Francisco: “Le voy a decir que me bendiga y a los otros niños, para que Dios les cure las enfermedades, que bendiga a mi mamá y a mi hermano, y que nunca le pase nada a mi profe”.
La niña tuvo el trasplante de corazón hace tres años y hoy lleva una vida plena aunque se cuida con la comida. “No como sal, ni tanta azúcar, mucha agua, mucho jugo, y tomo tres remedios”, de los 17 que tenía antes”.
Todos esperan ansiosos ese día en que vendrá el papa Francisco a darles la esperanza de volver a tener salud.
mirtha@abc.com.py