El Papa no duda: la mujer paraguaya es la más gloriosa de América

Tenía una gran deuda. La elogió en otros lares, pero ayer por fin el papa Francisco lo dijo en persona: “La mujer paraguaya es la más gloriosa de América”. Fue en la misa que presidió en el santuario de Caacupé. El Pontífice dijo que las madres paraguayas, con gran valor y abnegación, han sabido levantar un país derrotado, hundido y sumergido por una guerra inicua. Arropado por miles de personas que disparaban sin cesar las cámaras de sus teléfonos móviles; el flamear de banderas y el grito ensordecedor de voces que exaltaban su figura, como un promesero más, arribó ayer el papa Francisco en la Basílica de Caacupé para presidir la misa y decirle en persona a la mujer paraguaya que es la más valiente del continente.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2074

Cargando...

El Pontífice sostuvo que todos los paraguayos tienen la memoria viva de un pueblo que ha hecho carne el evangelio, “y quisiera referirme de modo especial a ustedes mujeres y madres paraguayas, que con gran valor y abnegación, han sabido levantar un país derrotado, hundido, sumergido por una guerra inicua”, dijo el Papa en la misa que presidió en la villa serrana ante miles de personas.

Al dirigirse a las mujeres paraguayas les dijo que tienen la memoria, la genética de aquellas que reconstruyeron la vida, la fe, la dignidad de su pueblo. Agregó que como María, han vivido situaciones muy pero muy difíciles, que desde una lógica común sería contraria a toda fe. “Ustedes al contrario, al igual que María, impulsadas y sostenidas por su ejemplo, siguieron creyentes, inclusive esperando contra toda esperanza por eso Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América”, insistió.

Estos elogios del Pontífice fueron recibidos con cerrados aplausos de la multitud, que desde hacía horas se encontraban en la plazoleta y alrededores de la Basílica para participar de la misa. Entre estos creyentes estaban centenares de argentinos, compatriotas del papa Bergoglio.

Al iniciar su homilía, el sucesor de Pedro comenzó halagando al país diciendo que estar aquí era sentirse como en casa. Al referirse al que hasta ese momento era santuario de la Virgen de Caacupé, indicó que es un lugar de fiesta, de encuentro, de familia. “Venimos a presentar nuestras necesidades, venimos a agradecer, a pedir perdón y a volver a empezar. Cuántos bautismos, cuántas vocaciones sacerdotales y religiosas, cuántos noviazgos y matrimonios nacieron a los pies de nuestra Madre. Cuántas lágrimas y despedidas”, resaltó. Siguió diciendo que estar en Caacupé es estar con la vida, porque acá se está en casa y lo mejor es saber que hay alguien que nos espera.

Bergoglio sostuvo más adelante que el santuario es parte vital del pueblo paraguayo, “de ustedes. Así lo sienten, así lo rezan, así lo cantan: En tu Edén de Caacupé, es tu pueblo Virgen pura que te da su amor y fe”.

Al referirse al pasaje del Evangelio reflexionó que el anunció del ángel desconcertó a María y se preguntaba qué quería decir. No entendía mucho lo que estaba sucediendo. Pero supo que venía de Dios y dijo “sí”. Agregó que María es la madre del sí al sueño de Dios, a su proyecto, a su voluntad. Agregó que en su vida nos sentimos comprendidos, entendidos y podemos sentarnos a rezar y usar un lenguaje común frente a un sinfín de situaciones que vivimos a diario. “Este santuario, guarda, atesora, la memoria de un pueblo que sabe que María es madre y ha estado y está al lado de sus hijos”. Resaltó que ella está en hospitales, escuelas, en nuestras casas. “Ha estado y está en nuestros trabajos y en nuestros caminos. Ha estado y está en las mesas de cada hogar. Ha estado y está en la formación de la Patria, haciéndonos Nación. Siempre con una presencia discreta y silenciosa”, resaltó Bergoglio

Con la misa de ayer, el papa Francisco cumplió su misión de estar cerca de los paraguayos y especialmente en Caacupé, junto a la mujer paraguaya, que para él no hay dudas de que es la “más heroica de América”.

Su paso por Caacupé quedará en la historia del Paraguay, así como fue la presencia de Juan Pablo II, en aquel mayo de 1988.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...