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Para los investigadores, es claro que el cerebro de este desvío de dinero es el suboficial Roberto Osorio, quien era la persona que se encargaba, con el visto bueno del comisario Juan Mendoza –exgirador–, de tramitar las tarjetas de carga de combustible con Petropar, y era también el que recibía los plásticos y luego los distribuía.
De ahí en adelante las 186 tarjetas que fueron secuestradas y entregadas a más de 100 playeros de 50 estaciones de servicio comenzaron a dar sus frutos. Todos los días estos empleados juntaban cierta cantidad de dinero en efectivo que era a su vez recogida por otros agentes policiales que llevaban el botín a Osorio. De ahí se hacía una repartición de ese dinero a varios otros jefes policiales que ahora están en la mira del Ministerio Público. Desde febrero se implementó el uso de las tarjetas para la carga de combustible y con cada repostaje los registros comenzaron a quedar en forma electrónica; fue eso lo que hizo saltar la alarma cuando se encontraron cargas de hasta G. 3 millones en un solo vehículo, en otros casos un mismo rodado cargaba G. 1 millón varias veces al día.
Todo eso alertó y se hizo la denuncia que terminó dejando al desnudo todo el negociado. Si bien todavía no se sabe quiénes eran los jefes policiales que se quedaban con este dinero, para la fiscalía está claro que los principales responsables serían el excomandante Francisco Alvarenga y el exgirador Juan Mendoza.