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La remuneración que percibe el suboficial Roberto Osorio Romero ronda los G. 7,5 millones. Pero tiene una residencia en Fernando de la Mora Zona Norte, con pileta, circuito cerrado y guardia de impecable corbata. Sus vehículos descansan en su garage y en el de su suegro que vive casi enfrente. La mayoría de sus rodados están a nombre de su esposa, Ada Liz Da Rosa (que no trabaja). Un Kia Sportage color naranja, placa KAO305 año 2013; un Daihatsu Terios color aceituna placa BKJ935 año 2014. Está también un lujoso Audi Q7 placa BLK132 color marrón, año 2014, un Toyota Hilux color negro, año 2014, Mitsubishi Triton, un Range Rover RRD808 y un Land Rover de color rojo.
El suboficial Osorio también tiene una importante residencia en S. Bernardino, en plena zona residencial sobre avenida; tiene parque, pileta, quincho, construcción de la casa y hasta un boogie con techo solar que usan sus dos hijos para pasear por sus jardines.
Cuando su esposa Ada Liz cumplió 40 años en febrero del año pasado, el suboficial le regaló una fiesta con una orquesta que cobra el equivalente a dos meses de su salario. Ada Liz usa vestuario con diseños elegantes y joyas swarovsky, y cuelga cuadros de costosos pintores en su casa.
Todo el despliegue de lujo del suboficial Roberto Osorio Romero no llamaría la atención si su salario base no fuera de apenas 4.808.000 guaraníes mensuales, que con bonificaciones y otras gratificaciones trepa a la suma de G. 7,5 millones.
Osorio parece ser el eslabón más débil de la cadena administrativa de la Policía Nacional que habría estado desviando millonarias sumas en concepto de combustibles.
La Fiscalía da cuenta de que solo en un mes –el de abril y los primeros días de mayo– existiría un desvío que sobrepasa los G. 1.100 millones.
El jefe de Osorio, el comisario Juan Mendoza, ahora asegura ser quien descubrió todo y trató de desmarcarse de su subordinado. Pero Mendoza, con serios antecedentes de faltante de dinero en la Cooperativa Policial 8 de Marzo (año 2008), parece haber estado ciego al menos en los últimos dos años para ignorar el ritmo de vida de su mano derecha, el suboficial Osorio Romero.
Esto último es difícil de digerir por cuanto Osorio se jactaba de su ritmo de vida en las redes sociales, en su perfil de Facebook, así como su esposa, Ada Liz, en el suyo.
Otro que intenta convencer que llegó tarde al convite es el comandante de la Policía Nacional, Francisco Alvarenga. Tendrá que dar muy buenas explicaciones de cómo puso en un cargo administrativo a gente con serios antecedentes. La historia recién empieza...
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