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Sin embargo, ambos grupos coinciden en quejarse de la falta de recolección por parte de la Municipalidad de Asunción. Desde arriba se puede ver cómo la capital del país está rodeada de una cadena de basurales.
Como una medida de emergencia, el Gobierno creó al menos 129 refugios en varios puntos de Asunción para albergar a todos los desplazados por la crecida del río Paraguay de junio de 2014. Estos refugios albergaron a unas 17.000 familias de los bañados Norte y Sur y de otras zonas que quedaron bajo agua, de acuerdo con el reporte oficial que tiene la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) y la Municipalidad de Asunción.
Desde que se instalaron estas familias en las precarias casas de terciada, chapa y zinc, uno de los principales problemas para ellos y los habitantes de los barrios en donde fueron ubicados -Jara, Obrero, Republicano, zona del cerro Lambaré, Tablada, Sajonia y La Encarnación- fue la basura.
La recolección de residuos ya era un problema constante para los vecinos de estas zonas. La situación se agravó con la presencia de los miles de familias desplazadas a los refugios.
Sobre la avenida Itá Ybaté (21 Proyectada), en la frontera entre Barrio Obrero y Republicano, el paseo central fue utilizado para albergar a las familias damnificadas del Bañado Sur. Se agruparon entre 20 y 30 proles por bloque a lo largo de unas 20 cuadras, usurpando los espacios públicos del paseo central.
Muchas de estas familias volvieron a sus casas en las zonas inundables, mientras las plazas y canchas del lugar quedaron destruidas. Los damnificados que se resisten a volver a la zona baja ante el temor de perder todo de vuelta con la crecida, mantienen una situación tensa con los vecinos, justamente por la cantidad de basura que se genera en el lugar.
La crecida del río Paraguay obligó a las instituciones del Estado a emprender planes de emergencia. Desde ese momento a esta parte ya pasaron prácticamente siete meses y muchos de los damnificados que salieron de los bañados volvieron a sus casas.
Un equipo de ABC Color realizó un sobrevuelo sobre las zonas afectadas por la crecida y por donde están actualmente los refugios y visitó la zona. Desde arriba impacta ver la cantidad de basura en pequeños vertederos que se van creando en torno a Asunción, desde la zona de Tablada hasta las inmediaciones del cerro Lambaré.
En la zona del Bañado Norte son los propios damnificados que volvieron de los refugios los que lamentan el basural que crearon en la zona, aprovechando que bajó el río y que en el sitio nadie se encontraba.
Guillermina Martínez, quien vive en la zona hace ocho años y estaba en uno de los refugios, comentó que volvió para recuperar lo poco que quedaba de sus pertenencias y se encontró con que las calles estaban repletas de desperdicios. Dijo que en las casas en donde nadie estaba utilizaban los pequeños patios para arrojar los desechos.
Rocío Martínez tiene 28 años y cuatro hijos. Su abultada figura sugiere de lejos que se trata de una mujer de más edad, pero su juventud no se resigna y se revela en su franca sonrisa y lozanía de su tez. Rocío es ama de casa, su marido “jefe de hogar” -porque, en la escala social en la que se sitúa esta joven madre, el patriarcado está más vigente que nunca-, mantiene a la familia con trabajos esporádicos o changas, según explicó.
Guli Guimaraes tiene 21 años y ya tiene tres hijos. Su pareja tiene la misma edad, se conocieron en el colegio y cuando ella tenía apenas 14 años se fueron a vivir juntos en la precaria casa que armaron con madera y zinc al pie del cerro Lambaré.
Ambas dicen que quieren volver a sus hogares -en la periferia-, pero que el temor por volver a perderlo todo no les deja.
Se formaron en toda Asunción tras la inundación del año pasado. De esta cantidad, al menos 93 siguen funcionando, pero sin la aglomeración inicial de familias.
Fueron desplazadas por la crecida del río, generando todo un cambio demográfico por varios meses. El sistema de recolección de basura de la Municipalidad no respondió a la emergencia.
abenitez@abc.com.py pcarro@abc.com.py
Fotos: Arcenio Acuña