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Eran aproximadamente las 20:00 cuando de repente el tañido de la campana empezó a marcar la hora, y ni bien rompió el silencio de la noche, algunos vecinos salieron a la calles para curiosear. Y allí estaba el padre Angel Arévalos, el técnico y algunos feligreses disfrutando del histórico momento. Emocionado, el sacerdote Arévalos explicó ayer que uno de sus objetivos, además de la restauración total del templo por el que sigue luchando, era rehabilitar el antiguo reloj. Su deseo se hizo realidad con la ayuda del técnico Alejandro Kubina y algunos feligreses que colaboraron para que el aparato vuelva funcionar.
Arévalos relató que solo faltaban algunos arreglos y ajustes de las piezas, y volvió a marcar la hora al vecindario en un hecho que consideró “histórico”.