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‘‘Nunca pensé que me iban a matar, pero al llegar al frente de batalla en el Fortín Boquerón, cuando les veía a mis camaradas destrozados por las metrallas, morteros o granadas, comprendí que estaba en el infierno’’, relató Azcona, uno de los sobrevivientes de la batalla de Boquerón.
Resaltó que la batalla más sangrienta del Chaco fue la de Boquerón, porque los bolivianos estaban muy bien posicionados, con trincheras y tuka tuka (piezas subterráneas), armas mucho más poderosas que las nuestras y abundantes provisiones.
LE REVENTARON EL OJO
‘‘Los que sobrevivimos de la sangrienta batalla de Boquerón estábamos convencidos de que nunca íbamos a morir, fue así que en Aliguatá me descuidé y recibí un balazo en el ojo izquierdo que casi me mató. Un capitán de apellido Plate me arrastró del frente de batalla hasta la sanidad’’, relató Azcona.
Agregó que en la sanidad, un sargento le operó sin anestesias para sacar la bala que le hirió en la frente, a pocos milímetros de su ojo, órgano que perdió a consecuencia de eso. Luego de la batalla de Aliguatá fue evacuado a Asunción al Hospital Militar, de donde al cabo de tres meses se escapó para volver al frente de batalla.
Con cierto pesar, Tranquilino describe la realidad actual de quienes lucharon en la Guerra del Chaco. ‘‘Nuestra lucha actual es con la indiferencia que sentimos de parte de las autoridades, que atrasan nuestros sueldos, nos brindan un pésimo servicio en el ámbito de la salud’’, concluyó.