San Jerónimo: donde se vive por encima de los demás

En un total de siete manzanas del barrio Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia de la capital, unas 600 personas viven por encima de la mayoría de los asuncenos. No los eleva el ego, ni la ficticia categoría que brinda el dinero; sino que los acredita la peculiar condición de morar en uno de los lugares más elevados de la ciudad: la Loma San Jerónimo.

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Ruth Sánchez de Galeano tiene 48 años y toda su vida transcurrió en esta loma: “Se dice que la loma fue utilizada por los colonizadores para tener una amplia vista del río”, dijo la mujer. En 1821 el Dr. Francia ejecutó un plan de cuadriculación de las calles en capital, pero esta reforma no llegó a este lugar; por ello, mantiene su irregular figura. Sin embargo, para la arquitecta urbanista Mabel Causarano, en la época de Francia esta zona no estaba muy poblada, y solo por ello, no fue incluida en el trazado de Francia, que cambió para siempre la fisonomía original de Asunción.

Caminar por el lugar es hacer arqueología en forma involuntaria: las milenarias rocas sostienen las primeras casas de madera; las escalinatas, las calles y los pasillos remontan a épocas coloniales. “Me acuerdo cuando íbamos al río a lavar las ropas, cuando eso, todo se hacía en torno al agua”, comentó Porfiria Pedrina de Florentín, quien vive en el lugar desde hace 81 años. Fuera de la memoria y de los relatos de los pobladores más antiguos, la loma llega a millones de personas mediante su página en Facebook denominada “Loma San Jerónimo”. “La idea es hacer conocer el barrio y buscar que el mismo sea una opción turística”, explicó Ruth. En este sentido, existe un proyecto de la cartera de Obras Públicas para revitalizar el lugar, pero los recursos para este plan se encuentran pendientes de aprobación en el Parlamento Nacional, según manifestó el arquitecto Gustavo Glavinich, de la Dirección de Obras Públicas del MOPC.

El deporte depende de los brazos

Los marcados desniveles del suelo someten a los pies al desarraigo de abandonar el cotidiano terreno horizontal, tan cómodo y prolijo, y los obliga a debatirse entre escaleras, arribadas y bajadas. “Para mí es normal, caminé por estos lugares toda mi vida”, relató Doña Carmen Toledo, famosa en el barrio por su chipa guasu.

Quizá por una secreta ley de las compensaciones hacia el desgaste de las piernas, el deporte más practicado en la loma tiene como protagonista a los brazos: el vóley. El Club San Gerónimo fue fundado el 26 de octubre de 1926 y es solvente en trofeos. “El equipo se mantuvo invicto desde 1944 a 1948 y ganaron trofeos importantes en 1954, en Argentina”, comentó Pascual Céspedes, quien a sus 73 años recuerda sus anécdotas en la posición de levantador.

Según Francisco López, actual presidente del Club San Gerónimo, antes se jugaba fútbol, pero como la cancha estaba cerca del río Paraguay, una inundación acabó con el espacio para practicar el balompié.

La biografía del lugareño es lo que sucede entre bajadas y arribadas. “Cuando mi mamá me perseguía para aplicarme un correctivo, corría y subía a la escalinata, ahí no me podía alcanzar”, relató Ruth. La pobladora Ramona Velázquez, de 60 años, asocia el lugar con la aceleración de su pulso durante el primer beso. “Mi primer beso se dio entre los pasillos, donde nadie nos podía ver”, comentó divertida.

Pero mantener el lugar exige el trabajo organizado. En la zona hay cinco comisiones barriales, y entre sus actividades más periódicas, se cita el vía crucis que se realiza en Semana Santa; el festejo a San Jerónimo, el 30 de setiembre y el aniversario del club, cada 26 de octubre. Al abandonar el lugar, ya desde la lejanía, la loma sigue fomentando su milenario arte de cautivar a sus testigos.

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