Refranes (letras Y y Z)

Y por casa... ¿cómo andamos?: Frase que se utiliza como un llamado a la reflexión o a la atención de alguien que suele criticar defectos en otras personas, sin detenerse a analizar cuáles son los propios. El autor de estas líneas ha parafraseado esta locución en los títulos de sus libros "Y por casa... ¿cómo hablamos?" , "Y por casa... ¿cómo escribimos?".

Cargando...

Y... ¿qué te puedo cobrar?: Frase por la que se expresa que el favor o servicio que acaba de hacernos está fuera de toda "tarifa oficial" y el precio lo está pensando en ese mismo momento, con lo cual, mientras transcurre ese tiempo, a los clientes nos corre un escalofrío por todo el cuerpo, hasta que sepamos cuánto nos va a cobrar. Con el tiempo, la locución comenzó a usarse ya en tono festivo, para dar a entender que no hay plata que pudiera pagar tal servicio, y de hecho, no se cobra nada.

Yo la escribo, yo la vendo: Frase que expresa la idea del autor que escribe una obra y él mismo se encarga de distribuirla para la venta. La locución se aplica en cualquier ámbito en el que el propulsor de una idea se ocupa personalmente de difundirla.

Yo... me lavo las manos: Esta frase, muy utilizada para dar a entender que uno se declara libre de responsabilidad ante cualquier hecho, debe su popularidad al gesto histórico de Poncio Pilatos, procurador romano de la región de Judea, cuando tras pronunciar sus célebres palabras "Inocente soy de la sangre de este justo", se lavó las manos como respuesta a la condena de Jesucristo, clamorosamente reclamada por la turba enardecida de Jerusalén. En realidad, el gesto de lavarse las manos era una práctica simbólica en aquellos tiempos y se utilizaba para dar testimonio de inocencia ante cualquier grave acusación. Actualmente, la expresión yo... me lavo las manos o simplemente lavarse las manos hace referencia a la liberación de toda responsabilidad ante determinado hecho.

Zapatero, a tus zapatos: Según los testimonios de los historiadores Valerio Máximo y Plinio el Viejo, la frase fue pronunciada en cierta oportunidad por Apeles, el pintor griego más célebre de la antigüedad. Este artista acostumbraba a exponer sus cuadros en la plaza pública y así podía escuchar directamente la opinión de la gente acerca de sus trabajos. En cierta oportunidad, Apeles había expuesto el retrato de una persona importante de su ciudad y un zapatero que pasaba por el lugar se detuvo a observar la obra y criticó la forma de una de las sandalias del personaje. Apeles acató la observación del zapatero, llevó la obra a su taller, la rectificó y nuevamente la llevó al lugar de exposición. Cuando el zapatero volvió a contemplar el cuadro, al ver que el pintor había acatado su sugerencia, se sintió autorizado para extender sus críticas a otros aspectos del retrato, lo que motivó que Apeles, al escuchar esos comentarios, lo encarara y le dijera: "Zapatero, a tus zapatos". La expresión, desde entonces, se usa como consejo a quien pretende juzgar asuntos ajenos en los que no es experto.
Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...