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Los responsables mostraron las cámaras frigoríficas con que cuentan los diferentes sectores donde se procesan los alimentos y explicaron el proceso de producción y las normas de higiene que rigen. Además, entregaron copias de cientos de actas de recepción -que se producen a diario en cada escuela-, originadas en diferentes instituciones, en las que sus directoras escriben frases como “¡Excelente!”, “¡Que dios les bendiga por ayudar a los niños necesitados!” o “El almuerzo estuvo delicioso”.
Carlos Duarte, uno de los accionistas, señaló que muchas de las quejas se originan en realidad en las especificaciones del pliego de bases, que establecen al detalle -por ejemplo- los ingredientes del vori. “Me llama una directora a decir que el vori está crudo, y no está crudo; es más blanco que el amarillo que más se conoce, porque lleva mucho queso y harina”, indicó. Otra de las quejas se refiere a la poca carne del soyo. Duarte señaló que el pliego especifica 150 gr. de carne por plato y que eso hace que a veces se sirva de más, y por eso luego no alcancen las raciones.
Con respecto a la comida en mal estado, señaló que las quejas provienen siempre de la misma escuela, Celsa Speratti, y que considera que allí existe un interés especial en que el programa no funcione. “Creemos que el programa repercute en los intereses de algunos directores”, indicó en referencia a que algunos reciben el canon por la explotación de la cantina. También señaló que cuando ocurrió la queja por la comida con mal olor, la directora de la escuela Celsa Speratti -Miguelina Fernández- pudo haber manipulado la comida de mala manera, haber dejado destapado el recipiente o haberla contaminado de alguna otra forma.
Fernández señaló a ABC que ella no recibe dinero de la cantina escolar. “No tengo ningún interés, más que la salud de mis alumnos y que la comida esté en buenas condiciones”, expresó.