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De acuerdo a una nota recibida en el Instituto Paraguayo del Indígena (Indi), Eduardo Domínguez, Emiliano Garcete, Aquilino Martínez y Catalina Domínguez fueron quienes peticionaron la compra de las 7.862 hectáreas en el distrito de Unión, departamento de San Pedro. Ignacio Flores Ferrari fue quien les presentó la idea, aquel que enjuició a un difunto para apropiarse de su inmueble y luego venderlo al Indi.
“Flores Ferrari nos dijo que las tierras eran buenas para la agricultura. Nos llevó a una oficina y nos hizo firmar el pedido para la compra”, dijo ayer Catalina Domínguez, quien es una de las indígenas acampadas frente al Indi.
Agregó que la primera vez les mostraron solo la parte alta, pero en una segunda visita constataron que en su mayoría eran terrenos bajos.
Ella, al igual que su sobrino Eduardo Domínguez, hoy se niegan a ir a San Pedro porque son de Caaguazú. Emiliano Garcete también ya se afincó en Horqueta, al igual que Aquilino Martínez, en Caaguazú.
Con la renuncia de estos nativos, aparecieron Panta Piris, un dirigente que tiene más de 500 hectáreas, y el educador chaqueño Miguel Toro. Estos nativos dicen que allí serán reubicados los sintierras; sin embargo, varios de los que están frente al Indi con los Domínguez se niegan ir a otro departamento que no sea Caaguazú.
Los documentos son categóricos y demuestran que las tierras están sobrevaluadas. Primero, hace dos años se vendieron en 1.200 millones, pero ahora se quiere transferir al Estado en 62.000 millones.
Cuando se cuestionó el elevado precio, en otra tasación, resultó que solo costaba 50.900 millones de guaraníes.
El entonces presidente del Indi, Óscar Ayala, suspendió la compra por estas irregularidades y por las malas condiciones técnicas del inmueble.
Hoy hasta resulta sorprendente la actitud del actual presidente del ente, Rubén Quesnel, quien insiste en la compra. Argumenta que hará una ciudad indígena; sin embargo, los peticionantes ya renunciaron. La experiencia demuestra que los nativos ava y mbya guaraní quieren vivir en su región; llevarlos a otro sitio será un fracaso y esto lo sabe cualquier estudiante de antropología. El presidente Federico Franco deberá frenar el negociado.