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En el año 1919 los descendientes del general Bernardino Caballero decidieron vender a la Municipalidad de Asunción el predio de 16,5 hectáreas para convertirlo en un parque.
El paso del tiempo y la desidia de las autoridades comunales dejaron sus secuelas en el valiosísimo espacio recreativo que linda con el barrio Ricardo Brugada. El deterioro de la capa asfáltica, el abandono de dos piletas, la basura y la ocupación de aproximadamente 90 familias en la zona periférica del parque son solo algunos problemas que aquejan al lugar.
Los camineros del parque son un fiel reflejo del estado actual de nuestras calles y avenidas. Enormes baches, que son prácticamente invisibles en horario nocturno, entorpecen el caminar de cualquiera.
Tanto los vecinos como los visitantes ocasionales –que dejaron de ser asiduos– coinciden en que el mayor inconveniente es la inseguridad. La escasa iluminación y la insuficiente cobertura policial dejan el parque a merced de delincuentes que pululan por la zona.
Dos piletas –una de ellas de dimensiones olímpicas– se convirtieron en criadero de mosquitos. Las lluvias de los últimos días dejaron mucha agua estancada, favoreciendo exclusivamente a la proliferación del insecto que transmite el dengue.
Proyecto dormido
La administración de Arnaldo Samaniego envió a la Junta Municipal de Asunción en diciembre de 2013 un pedido para aprobar la utilización de G. 4.300 millones para la consolidación de los límites del parque y el mejoramiento de los programas existentes.
El pedido recibió el visto bueno de la concejalía en ese mismo mes y el fondo quedó a disposición de la Intendencia Municipal. A cinco meses de haberse aprobado los recursos, el proyecto aún está en proceso de licitación.
El concejal municipal Félix Ayala cuestionó que hasta hoy no se hayan utilizado estos fondos para mejorar el parque. Anunció que presentará un urgimiento a la Intendencia para que se ejecuten.
Sostuvo que le parece raro que un proyecto, que puede darle un sostén político –no solo por el espacio verde sino por haber sido la casa de Bernardino Caballero, fundador del Partido Colorado– esté aún esperando ser ejecutado.
La revitalización de espacios verdes –símbolos de la ciudad– sigue siendo una deuda pendiente de las administraciones municipales.