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Carolina Taborga, representante de ONU Mujeres en Paraguay, analiza las causas que han impedido el acceso de las trabajadoras domésticas a derechos laborales básicos.
–¿Por qué hay resistencia de aprobar una ley que garantiza condiciones laborales para las y los trabajadores domésticos?
–Creo que la propuesta de ley del trabajo doméstico pone de manifiesto complejas formas de discriminación y desigualdad de la sociedad paraguaya, que muchas personas no quieren ver ni discutir.
–¿Por qué no se escucha a una opinión pública decidida que exprese su desacuerdo con las condiciones laborales de los y las trabajadoras domésticas en Paraguay?
–La verdad es que no encuentro motivo alguno teniendo en cuenta que la mayoría de los hogares en el Paraguay no cuentan, de hecho, con una trabajadora doméstica a tiempo completo. De 1.700.000 hogares en Paraguay, según la Encuesta de Hogares del 2013, solo el 16,6% cuenta con una empleada doméstica (230.000 trabajadores/as) en la eventualidad de que estos hogares empleen a una sola trabajadora o trabajador. En el resto de los hogares, las mujeres por lo general deben encontrar formas y arreglos para cubrir y satisfacer las necesidades de las familias vinculadas con el cuidado y lo hacen con el apoyo de otras mujeres; madres, hermanas, parientes y hasta de vecinas.
Unicef hace unos días señaló la importancia de la ley de trabajo doméstico para proteger a sus hijos e hijas de las mujeres. Es importante recordar que se calcula que continúan existiendo 47.000 niñas y niños trabajando en labores domésticas. La ley de trabajo doméstico será una herramienta legal que permitirá proteger también a estas niñas y niñas, que actualmente están sujetos a las condiciones de vida que deciden otorgarles las familias donde viven. Muchas veces viven bien, pero otras son víctimas de las peores formas de explotación, no solo laboral.
–La ley es solo el primer paso.
–El primer y necesario primer paso, porque es imposible avanzar si no hay un marco legal adecuado. De momento, lo que tenemos es un Código Laboral que discrimina a las trabajadoras domésticas y mientras no cambie la ley es muy poco lo que se puede avanzar. Y ya llegó la hora. Es hora de que todas las mujeres del Paraguay se pronuncien por la ley de trabajo doméstico como una cuestión de igualdad de derechos laborales y también como una forma de reconocimiento de un trabajo imprescindible. Y es hora de que el Estado demuestre con esta ley su voluntad de combatir la pobreza y fomentar un desarrollo verdaderamente inclusivo.
Debemos tener en cuenta que la ley por sí sola no implicará el cambio automático de las condiciones laborales de las 230.000 trabajadoras domésticas sino el inicio de esa mejora de condiciones, que se debe acompañar con la instalación de políticas públicas de cuidado que den respuesta a todas las familias.