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El acercamiento con el convaleciente se dio luego de la visita del papa Francisco, a quien Livieres Plano escribió una carta en la cual le manifestaba su comunión luego de su destitución por un entredicho con el arzobispo Pastor Cuquejo.
Valenzuela relató que llegaron a Buenos Aires el martes en horas de la tarde, y fueron recibidos en el Aeroparque Internacional Jorge Newbery por el padre Luis Caballero: “Con mucha cordialidad nos condujo hasta Pilar, Provincia de Buenos Aires, distante unos 50 kilómetros hacia el norte de la Capital”.
Agregó que después de un recorrido por el gigantesco Hospital Universitario Austral, uno de los tres mejores de América Latina, han celebrado la misa en una capilla de la casa del Opus Dei: “Visitamos a Mons. Rogelio, a quien lo encontramos en la cama, en un cuarto de la comunidad sacerdotal. Nos estaba esperando. Le dimos un abrazo y el saludo de parte de los hermanos obispos. Comenzamos una larga conversación a partir de los comentarios de la visita del papa Francisco a nuestro país. Él la vio paso a paso por la televisión. Comentó que fue apoteósico. Le gustó mucho ver la alegría de la gente y los distintos encuentros con el Papa”.
Felicitó al pueblo por su fe y por su amor al Santo Padre, al igual que a los organizadores en general. Mons. Guillermo le hizo recordar algunos acontecimientos de la Diócesis de Ciudad del Este, le transmitió el saludo de su querida mamá y otros detalles secundarios de la vida eclesial diocesana. Hicimos el comentario de su carta escrita al papa Francisco y leída a los obispos.
Valenzuela relató que felicitaron por ese gesto de comunión con la Iglesia: “Para todos fue un punto de llegada en la comunión que se había roto y un gesto de misericordia del Santo Padre, enviándole un rosario que nos mostró y estaba en la cabecera de Mons. Rogelio”.
Añadió: “Personalmente pude hablar a solas con él, escuchar sus inquietudes y la evaluación que él hace de sí mismo, de su salud y de su trabajo pastoral. Hemos repasado momentos lindos de la vida de la Conferencia Episcopal, con gran emoción de su parte cuando recordaba sus críticas y sugerencias para la mayor evangelización del país. Lo he visto sereno, pacificado, asumiendo su situación de salud con mucha fe, uniéndose a los padecimientos de Jesús en la Cruz”.
Valenzuela valoró su sabiduría de aceptar con paciencia la voluntad de Dios, “diciéndome que ahora tenía más tiempo para la meditación y la oración personal, como para la lectura”.
Sus hermanos de comunidad sacerdotal del Opus Dei lo acompañan las 24 horas y siguen preocupados por el estado aún grave de su salud. Se busca un milagro para la plena recuperación, pues el mal funcionamiento del hígado le pone en un trance delicado.
“Hemos vivido con sencillez la visita a un enfermo obispo, pudiendo testimoniar la cercanía de Jesús hacia él y el amor a la Iglesia y al Papa. Creo que él disfrutó de la visita de sus hermanos, lo estaba esperando. Hemos vivido momentos de caridad y misericordia, con la sencillez de la hermandad y de los gestos que, en nombre de Jesús, la Iglesia realiza hacia cada persona humana”.