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Acostumbrados a “llorar por dentro” cuando son expulsados de sus territorios, pisoteados en sus derechos o hasta cuando un familiar muere, ayer, como muy pocas veces, los indígenas enxet de Sawhoyamaxa, estallaron en llanto en la plaza del Congreso al conocer la media sanción que otorgaron los senadores al pedido de expropiación de 14.400 hectáreas, que reclaman en el departamento de Presidente Hayes. Los nativos se confundieron en abrazos, mientras las lágrimas inundaban sus rostros. La emoción era indescriptible, hasta los niños se asociaban a los mayores más sensibles.
Carlos Marecos, el líder histórico de la comunidad, indicó que los indígenas lloran solo cuando logran su libertad. “Y hoy es como si estuviéramos saliendo de una cárcel. Por eso, muchos lloraron de la emoción”.
Estos nativos iniciaron su reclamo en 1990, y luego de 24 años de vivir a la vera de la ruta Pozo Colorado-Concepción, ayer dieron otro paso importante para recuperar lo que denominan su “territorio ancestral”. En el 2006, la Corte Interamericana de Derechos Humanos concluyó que se habían violado los derechos de la comunidad a un juicio justo, a la protección judicial, a la propiedad y a la vida. La sentencia obligaba al Paraguay a restituirles sus tierras ancestrales en un plazo de tres años. El plazo venció el 19 de mayo de 2009. Luego de aguardar que el Estado cumpliera la sentencia de la Corte, miembros de Sawhoyamaxa decidieron el 21 de marzo de 2013 invadir la propiedad que figura a nombre de Heribert Roedel. Con la media sanción, el caso pasa ahora a Diputados.