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Los primeros encontronazos con al dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) comenzaron cuando, en la década de 60, el gran obispo Ramón Bogarín Argaña implementó la Ligas Agrarias en Misiones y los campesinos fueron salvajemente asesinados y reprimidos. La persecución política, la represión a estudiantes llevó incluso a la Iglesia a manifestar su protesta y luego arreció la expulsión de sacerdotes.
Hubo, igualmente, un despertar del laicado que en la década del 80 fue fundamental para inquietar a la dictadura. Organizaron marchas de protestas y de silencio que lograron sacar de sus casas a los creyentes para manifestarse en las calles.
La visita del papa Juan Pablo II, en mayo de 1988, fue otro de los grandes acontecimientos en la antesala de la caída de la dictadura. Dio su apoyo a la Iglesia y a la sociedad que clamaba libertad, y fue suficiente para que nueve meses después, en febrero de 1989, cayera el régimen despótico. En el periodo democrático, la Iglesia retrocedió dando espacio a los laicos. Pero la realidad hizo que la jerarquía retomara su protagonismo; algunas de sus decisiones fueron acertadas, otras no. Finalmente, el otro gran acontecimiento que vivió el Paraguay en los últimos años fue la visita del papa Francisco, el segundo pontífice que pisó estas tierras.
Una visita que engendró el cambio
El 16 de mayo de 1988, bajo una torrencial lluvia, arribó a nuestro país el papa Juan Pablo II, el Mensajero del Amor. Fue la visita por excelencia.
El Pontífice vino para apoyar la labor de los obispos, que en ese momento, eran víctima de una feroz campaña de calumnia por parte de la dictadura por el apoyo a la sociedad civil en su anhelo por lograr el cambio político.
Por su carisma y dedicación apostólica, Juan Pablo II siempre ocupó un lugar preponderante en nuestras páginas, pero lamentablemente su visita no pudo ser reflejada en ellas debido a la clausura a que sometió la dictadura a ABC Color. Una vez de nuevo en las calles, el 22 de marzo de 1989, nuestro diario nuevamente le dio gran destaque en sus páginas y lanzó suplementos cuando dejó la vida terrenal. La presencia del segundo pontífice en nuestro país, en este caso la del Papa Francisco, en julio de 2015, fue como una revancha a aquella visita que la dictadura nos negó. Y estuvimos con Francisco en toda su visita apostólica por Ecuador, Bolivia y Paraguay. ABC Color desplegó 70 personas, entre periodistas, fotógrafos, camarógrafos, técnicos y otros en la cobertura de su visita los días 10, 11 y 12 de julio, hace dos años. El papa argentino invitó a luchar contra la corrupción y reafirmó su admiración hacia el heroísmo de la mujer paraguaya. Antes de dejar nuestro país, elevó a la categoría de basílica menor la catedral de Caacupé.
El ilustre héroe civil y religioso
1960. La Santa Sede anunciaba el 2 de agosto de 1960 que el sacerdote salesiano Ismael Rolón fue nombrado prelado de Caacupé.
Aparecía así un pastor humilde y valiente, al mismo tiempo, que supo levantar su voz frente a los atropellos que cometía la dictadura de Alfredo Stroessner. El 6 noviembre de 1969, indignado por los atropellos que sufrían los campesinos, la represión a ciudadanos y estudiantes, decidió nada menos que suspender la procesión de la Virgen de Caacupé de los días 8 y 15 de diciembre, de las que acostumbraba participar el dictador Alfredo Stroessner. Fue el primer encontronazo con el gobierno que estuvo en el poder desde 1954 hasta 1989.
Estuvo solo 10 años en la Cordillera porque el 19 de julio de 1970 asumía como arzobispo de Asunción. El Rolón Silvero que dio dolor de cabeza a Stroessner ahora estaba nada menos que en sus narices, en la capital política del país.
Su postura inclaudicable en defensa de los derechos humanos le llevó el 6 de febrero de 1971, al año siguiente de su toma de posesión, a romper relaciones con el régimen dictatorial. En una furibunda carta, decía que no quería que su presencia en el Consejo de Estado fuera interpretada como un aval a los abusos y patentes violaciones de los derechos humanos más elementales que cometía el régimen.
Rolón defendía a los perseguidos. Visitaba a los presos políticos en la cárcel, a sus familiares, defendía la libertad de expresión y de reunión. Fue un gran pastor e ilustre héroe civil y religioso. Murió el 8 de junio de 2010 a los 96 años.
El error de la era democrática
1999. En la etapa democrática, las relaciones Estado-Iglesia fueron armónicas, pero en algunos momentos hubo extralimitaciones, como cuando la jerarquía paraguaya y la Nunciatura tuvieron activa participación en la renuncia del gobierno constitucional de Raúl Cubas (marzo de 1999). La salida del mandatario se cocinó en la Nunciatura. Los sectores políticos y la jerarquía llevaron así al poder a un gobierno ilegítimo, encabezado por Luis González Macchi. Tan grande fue el error del Vaticano, que a poco tiempo de la asunción de Nicanor Duarte Frutos (2003-8), la Santa Sede reconocía que con su gobierno se recuperaba la institucionalidad de la República. Esta postura de la Santa Sede obligó al entonces presidente de Conferencia Episcopal Paraguaya, Mons. Ignacio Gogorza, a decir igualmente el 13 de noviembre de 2005 que González Macchi fue ilegal.
Los escándalos de la jerarquía
2003. La Iglesia Católica fue afectada por escándalos de abuso sexual que salpicaron a sus pastores, como el caso del obispo Jorge Livieres Banks, que fue denunciado por prácticas homosexuales, al igual que el sacerdote argentino Carlos Richard Ibáñez, que abusó de jóvenes en la Argentina y se refugió en el Paraguay bajo protección de algunos obispos. Otro número importante de sacerdotes que fueron también denunciados por abusos sexuales tuvieron que colgar su sotana.
Otro hecho resaltante fue la acusación del entonces obispo de Ciudad del Este, Mons. Rogelio Livieres, quien denunció la homosexualidad del arzobispo Pastor Cuquejo, porque cuestionó la incardinación en el Este del sacerdote Carlos Urrutigoity, acusado de abusar de seminaristas. El descontrol en esa diócesis motivó la intervención y la destitución de Livieres.
El obispo que llegó al Palacio
2005. La renuncia al episcopado del entonces obispo de San Pedro Apóstol, Mons. Fernando Lugo, fue otro hecho resaltante en la historia de la Iglesia, no solo paraguaya, sino universal. El prelado fue obligado por la Nunciatura a dimitir por escándalos que no salieron a luz al frente del obispado de San Pedro, pero que luego de su lanzamiento a la política ganaron espacios en la prensa, llegando incluso a los estrados judiciales. Fue otro escenario incomprensible para el Vaticano. El religioso rebelde fue suspendido, pero al proclamarse presidente de la República, la Santa Sede no tuvo otra alternativa que reducirlo al estado laical, y salieron a luz más hechos inmorales que había cometido siendo aún obispo emérito. El propio Lugo reconoció que sus actuaciones hicieron mucho daño a la Iglesia, que le confirió el mayor orden sagrado.
La caída del “puñal Lugo”
2012. Para la Iglesia, Fernando Lugo “fue un puñal”, decía el obispo Rogelio Livieres. Siendo presidente de la República, con él se rompió la tradición de que los jefes de Estados vayan al Vaticano al inicio y al final de su mandato. Para su renuncia, en junio de 2012, fue fundamental la coalición política-religiosa, porque cuando en el Parlamento se desarrollaba el juicio político, una delegación de la Conferencia Episcopal Paraguaya estaba con el mandatario en Mburuvicha Róga, exhortándole a “dar el paso al costado y evitar derramamiento de sangre”. Con su salida del Palacio de López asume la presidencia el vicepresidente Federico Franco. Su gobierno se caracterizó por el atraco a las arcas del Estado y al robo a los más pobres, como ocurrió con los indígenas (desaparición de G. 3.100 millones destinados a nativos del Chaco).
Firme postura contra enmienda
2017. Ante la pretensión de algunos actuales político de introducir una enmienda inconstitucional para permitir la reelección del presidente Horacio Cartes, los obispos del Paraguay emitieron el 28 de marzo de 2017 un comunicado en que pedían “no insistir en la introducción de la figura de la reelección presidencial por la vía de la enmienda constitucional, porque está visto que produce una innecesaria tensión, crispación y polarización social, y que, si no se maneja adecuadamente, podría traducirse en violencia con impredecibles consecuencias”. Exhortaban a los señores senadores y a todos los líderes políticos que adoptasen todas las medidas necesarias para pacificar los ánimos, empezando por el respeto irrestricto al espíritu y a la letra de la Constitución Nacional. Días después, el presidente Cartes renunciaba a la reelección.