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El proveedor dice que la comida estaba en buen estado y que el aparente fermento era una “emulsión de la salsa de tomate”.
“Yo no le voy a dar de comer esto a mis alumnos. Está en mal estado y la carne está fermentada. Solamente les entregamos a los chicos la fruta, para que no se vayan sin comer. Los chicos de la mañana al menos van a su casa y van a comer algo, pero con los que vienen sin comer para el turno tarde no sabemos qué vamos a hacer”, indicó la directora de la escuela Celsa Speratti, Miguelina Fernández, una de las 77 instituciones de Asunción donde los alumnos reciben un almuerzo pagado por el Estado y preparado por la empresa EPA. Para mostrar de lo que hablaba destapó la conservadora que contenía la salsa con albóndigas prevista para el almuerzo y un fuerte olor a podrido invadió el ambiente. Una capa con burbujas flotaba sobre la superficie del líquido.
A pocos metros de allí, en la escuela Brasil, la comida tenía el mismo aspecto y olor. La directora, Asunción Vall, contó que al recibir la comida, a la mañana, y revisarla como hacen a diario, se dieron cuenta de la situación. “La evaluadora probó un poquito y sigue con náuseas”, dijo al mediodía.
La escuela se comunicó con la empresa, que prometió enviar un alimento sustituto. Pero este nunca llegó y los niños que fueron sin comer al mediodía para dar clases a la tarde tuvieron que conformarse con un arroz blanco y una fruta.
“Las albóndigas tenían un olor fuerte, parecían totalmente descompuestas. El olor era apestoso. Hasta ahora siento un sabor asqueroso cuando me acuerdo”, dijo ayer a la tarde Fátima Romero, directora de la escuela General Díaz.
Las instituciones presentaron quejas a la empresa y al Ministerio de Educación. La cartera de Estado no se pronunció sobre el caso.
“Estaba todo correcto”
Según Carlos Duarte, de la Empresa Paraguaya de Alimentación, “estaba todo correcto. No hubo nada fuera de lugar. El olor de la albóndiga no era el de algo descompuesto, sino de carne condimentada”. Añadió que la salsa de tomate, al moverse por el transporte, produjo una emulsión que a la vista parece un fermento, pero no causa ningún problema y que se atendió el reclamo.
Hay padres que decidieron rechazar el almuerzo escolar
“La comida es un asco. Hubo un día en que los tallarines eran blancos, sin sabor y estaban todos pegados.
Nuestros hijos no son chanchos para que les quieran dar de comer eso. ¿Qué va a pasar si se enferman?”, expresó Rosa Andino, mamá de un alumno de la escuela Celsa Speratti.
La misma afirma que para ella sería de mucha utilidad que su hijo se alimentara en la misma escuela en la que estudia, por cuestiones prácticas y económicas. Pero que no confía en la calidad de la comida. Mientras ella hacía estas declaraciones al diario ABC, su hijo destapaba el recipiente térmico en el que se guardaban las albóndigas de carne y fingía desmayarse. Aunque dentro del recipiente la carne estaba a su vez empacada en una bolsa, al taparlo, el vaho pestilente seguía flotando en el ambiente.
Estela Segovia, mamá de Tobías Picco, de la misma escuela, señaló que tomó la decisión de que su hijo ya no almuerce en la escuela porque él mismo le dijo que no le gustaba la comida y luego de sucesivos inconvenientes.
“Parece comida de perro. Por suerte yo estoy cerca, puedo traer comida buena y así sé lo que mi hijo está comiendo”. afirma.
Contó además que asistió al lanzamiento del programa y que los platos que les sirvieron ese día como degustación eran mucho mejores de los que hoy distribuyen.