En el corazón de Sudamérica

Francesca Sena (25) es una inglesa que trabajó como voluntaria en la localidad de Remansito. Muy contenta, antes de partir quiso narrar su experiencia. La misión fue enriquecedoramente comunitaria, pudiendo compartir con las mujeres y los niños del lugar la dura realidad que les toca vivir. Con creatividad, les ayudó a sembrar esperanzas para el desarrollo. “Yo me llevo un aprendizaje enorme”, dice emocionada.

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Francesca Sena terminó su labor en nuestro país tras 7 meses de trabajo voluntario en Remansito (Pdte. Hayes). Llegó desde Londres a través de una ONG inglesa que la contactó con Global Infancia. Le ofrecieron México o Paraguay. Buscó información sobre Paraguay y no encontró casi nada, le llamó la atención que estuviera situado en el corazón de Sudamérica, pero que no fuera camino turístico. “Paraguay era como una hoja en blanco; eso me tentó. Cuando llegué era de noche; estaba todo tan oscuro, que tuve miedo, pero enseguida vi a la mujer que fue a recibirme; ella tenía una sonrisa que hizo que mi temor desapareciera. Con los días, fui adaptándome”. Francesca, nieta de un barcelonés, tiene título en Relaciones Internacionales y no es la primera vez que hace voluntariado en nuestra región. “Hay desconocimiento de ambos lados. Allá creen que todos los países latinoamericanos son iguales. Recuerdo que cuando volví a Inglaterra de Honduras, donde aprendí español, muchos me preguntaban: “¿Y qué tal México?”. Por, otro lado, aquí la gente cree que los ingleses son todos blancos y ricos”. Francesca comenzó haciendo traducciones en la oficina de Global Infancia y enseñó inglés a los niños en Remansito, pero lo que más le gustó fue compartir temas con las adolescentes: educación sexual, liderazgo y autoestima. “Además de la prevención, hablamos de los valores. Ahí todos son católicos (yo también fui a una escuela católica), pero hay altísimo porcentaje de embarazos adolescentes. Sobre el aborto también querían saber más. Les enfaticé que lo mejor es prevenirlo, pero preferí no ahondar, porque es algo muy delicado y aquí está penado.

–¿Cómo encaraste los temas de liderazgo y autoestima?

–Sobre liderazgo fue relativamente fácil, porque allá todas son líderes; a los 13 años ya tienen la responsabilidad de cuidar a sus hermanitos o a los 15 ya son mamás. Más bien vimos qué se necesita para mejorar el liderazgo, cómo fortalecer la confianza. Para la autoestima opté por trabajar con imágenes lo referente al cuerpo; mirábamos revistas, hacíamos collages colocando también nuestras fotos; mi intención era hacerles saber cuánto valemos siendo como somos, sin copiar modelos. Hay que aprender a valorar la belleza real y no dejarse guiar por la televisión. ¡Eso es terrible; cuando veo la tele en Paraguay, siempre veo mujeres sin ropa!

–En tu despedida enterraste cápsulas del tiempo, nos contaron.

–Sí, con los niños, alrededor de un árbol que elegimos, enterramos unas botellas de agua llenas de papelitos. Ellos escribieron qué cosas quieren ser cuando crezcan: azafata, mamá, profesor…; expresaron sus deseos. Así quedó bautizada esa plaza por la comunidad: “De los sueños”. Les pedí que dejaran las botellas enterradas por 50, 100 años.

–El juego creativo como método para sembrar esperanza.

–Fue un momento muy especial, porque también fue mi despedida. Yo lloré, lloramos todos. En Remansito pasé un tiempo inolvidable de mi vida.

–¿Trabajaste solo con mujeres?

–Con mujeres adolescentes y con niños. No sé dónde estaban los hombres, supongo que trabajando. Es difícil trabajar con hombres para las voluntarias; una razón es que hay mucho alcoholismo.

–¿A qué te costó adaptarte en Paraguay?

–A la desorganización, a proponer o preguntar y no recibir respuestas. Pero estas fallas las compensaba el trabajo que hacía en la comunidad. En Inglaterra las ONG son extremadamente organizadas, pero les falta ese trato con la gente, el trabajo cara a cara.

–¿Qué frase tenés tatuada en el brazo?

–“Soy del mundo”, me la tatué en Bolivia. Pienso así desde los 19 años. Las fronteras existen, lo sabemos, pero eso no impide que nos ayudemos entre todos.

–¿Admirás a algún latinoamericano?

–Al Che Guevara, desde niña. También me gusta Eva Perón. Leo mucho sobre ellos. Sé que tienen muchas cosas cuestionables, pero fueron líderes indiscutibles, cambiaron la mente de la gente.

–Para el común, esa admiración determina tu línea política.

–No tengo línea política. Creí en las promesas de un partido cuando voté por primera vez, pero me decepcionó; desde entonces no tengo más partido. Soy del mundo. Pero el voto es valioso y no se debe perder.

Hacia las Cataratas

Francesca y su novio, quien vino desde Inglaterra para acompañarla, continuarán viaje hacia Las Cataratas del Iguazú. La joven voluntaria vivió en Barrio Obrero, dice que jamás le robaron y que, a pesar de las mil advertencias que le dieron, la ciudad le pareció tranquila, eso sí, tuvo que sortear con paciencia a los folclóricos piropeadores de la zona. Sobrevivió al calor gracias al tereré, bebida de la que ya se declara adicta. Todos los días tomaba La Chaqueña con destino a Remansito, en el trayecto comía una chipa calentita; al bajar caminaba 30 minutos hasta el centro comunitario de Global Infancia. Se despide llevándose la alegría de haber hecho amigas paraguayas. Esta mujer del mundo dice estar orgullosa de haber vivido en Paraguay: “En serio, es un país único, y fue una escuela que me enseñó demasiado. Quiero agradecer a todos, especialmente a las guapísimas mujeres de Remansito. Dejo en este país una parte de mi corazón”.

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