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Autoridades del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), tras publicar el informe sobre juventud, que arrojó la crítica cifra de que más de un millón de jóvenes, de 15 a 29 años, están fuera del sistema educativo, exhortan a que el Gobierno impulse una educación integral de la sexualidad.
El director regional para América Latina y el Caribe del Unfpa, Fondo de Población de las Naciones Unidas, Esteban Caballero, sostuvo que no es factible separar la salud y los derechos sexuales de la adolescencia y juventud, “no solo porque es un ámbito específico de la salud, sino porque afecta a toda la vida productiva de las personas”.
El informe indica que el 55,3% de las jóvenes que asistían a un centro educativo interrumpieron sus estudios por el embarazo. Aunque la discriminación está prohibida, hay instituciones educativas cuyos directivos no permiten a las jóvenes embarazadas seguir concurriendo.
El embarazo en este tramo de edad puede ser visto como una consecuencia de falta de información y acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, a las condiciones materiales del hogar y a la falta de oportunidades, a la violencia, a la falta o deficiencia de los programas de educación integral de la sexualidad y a la carencia de un real ejercicio de derechos.
Educación sexual
La mayoría de los embarazos adolescentes ocurren por violencia sexual. Esto último es materia pendiente del Ministerio de Educación, que ha tenido una fuerte oposición de la Iglesia para desarrollar estos programas.
En el ámbito rural, la deserción también ocurre debido al temor a sufrir asaltos sexuales, por las largas distancias que deben recorrer los estudiantes para acceder a un centro educativo, y la falta de transportes seguros.
El maltrato escolar también forma parte del paquete de factores que hacen desistir a los jóvenes de estudiar, así como los establecimientos en malas condiciones o que no ofrecen escolaridad completa; la asistencia irregular del docente, las necesidades de educación especial y otros.
La familia es otro factor que aparta a las jóvenes de las aulas. Al asumir labores en el hogar quedan fuera del ámbito escolar e incluso del acceso a empleos remunerados, limitando sus opciones presentes y futuras. Esto refleja la vigencia de la división sexual del trabajo y la configuración de roles de género en la familia y la sociedad.