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Los campamentos de damnificados se van convirtiendo en lodazales a medida que cae la lluvia. Allí, los chicos descalzos juegan en medio de los charcos, ajenos al drama que les afecta a escasos ocho días de la Nochebuena y a la espera de un nuevo año. Para angustia de los desplazados, la crecida se acerca peligrosamente también a varios de los refugios.
En la calle San Estanislao, camino al Club Mbiguá, las aguas del río Paraguay ya llegaban ayer a escasas tres cuadras de la avenida Artigas. Allí, los refugios de varios damnificados nuevamente están a punto de ser alcanzados por el agua que crece tras cada jornada de lluvia intensa como la de ayer.
Rubén Florentín y su esposa Vilma Zarza viven en un refugio en la zona mencionada, pero tal vez mañana el agua ya nuevamente alcance la puerta de su precaria vivienda. Con sus dos hijitos, la mujer estaba en el interior de su casa contemplando cómo por las goteras entraba agua que mojaba sus electrodomésticos.
“¿Qué vamos a hacer? Estamos aguantando todo”, dijo con impotencia la mujer, madre de cuatro hijos. “Estamos viendo dónde ir porque acá se hace todo a nivel de amigos, no tenemos la asistencia del Gobierno”, sostuvo su pareja.
Las personas que habitan las precarias casas de madera terciada y techos de zinc deben convivir con nauseabundos olores y todo tipo de basura, un foco propicio para la aparición de varias enfermedades.
Techo derrumbado
Lina Claudia López, una de las damnificadas, vivió momentos de terror ayer a las 8:00, cuando se desplomó el techo de su casita, en las calles Damas Argentinas y Dublín, hacia la zona de la avenida Artigas. Todos sus muebles y electrodomésticos ya estaban mojados; y cuando el equipo de ABC Color llegó seguía esperando ayuda.
Según datos de la sala de Radio de la Armada Paraguaya, en el Puerto Asunción el nivel del río ayer era de 7,25 m. Creció 5 centímetros.