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Desde 1948, cada 16 de agosto se celebra en Paraguay el Día del Niño, en recordación de la tragedia de Acosta Ñu, en la que miles de niños disfrazados de soldados fueron masacrados. Hoy surgen voces que cuestionan que una clara violación de los derechos del niño sea el motivo de una fiesta, más vinculada al patriotismo militar que al respeto a esos derechos.
Hoy, en las escuelas, los niños harán una pausa para celebrar su día. En sus hogares, los más afortunados abrirán un regalo. Otros irán a fiestas organizadas especialmente para recordar la fecha. ¿Pero qué es lo que en, realidad, se recuerda y se festeja? ¿Por qué una tragedia es motivo de celebración? Estos cuestionamientos han hecho que el Ministerio de Educación comience a trabajar en la idea de conseguir que el 16 de agosto se declare Día de los Derechos del Niño y en identificar otra fecha más propicia para los festejos.
David Velázquez Seiferheld, comunicador, y conductor del programa televisivo sobre historia "Clío Café", que se emite por el Canal Educativo Arandurape, explica que las celebraciones del Día del Niño siempre estuvieron vinculadas a fechas relacionadas con el patriotismo y la historia. "Primero, con el patriotismo cívico y el afecto incondicional a la patria (y a la madre) cuando se celebraba el 13 de mayo, y desde 1948 hasta hoy, con el patriotismo militar y el recuerdo de la tragedia de Acosta Ñu, acaecida en 1869, en las postrimerías de la Guerra Grande. Ambas fechas son críticas porque están relacionadas con eventos centrales de nuestro pasado: la independencia nacional y la Guerra de la Triple Alianza, respectivamente", indica.
Agrega que ambas fechas sirven para fomentar en la niñez la actitud de prepararse para la ciudadanía de un país heroico. En un caso, para una ciudadanía republicana, respetuosa de las instituciones; en el segundo, para una ciudadanía nacionalista, orgullosa de su pasado, aun cuando en este pasado fue mitificado y desfigurado para ser funcional al autoritarismo militarista que rigió en el país durante buena parte del siglo XX.
"El recordar, festejar y conmemorar determinadas fechas del pasado como patrióticas supone que en el pasado se encuentran los hechos determinantes del país, y que esos hechos contienen lecciones de ciudadanía, de civismo, de amor a la patria, con lo cual la función de las fechas es simbólica, pero también eminentemente educativa. La pregunta es si solo es posible bajo la forma de respeto a las instituciones republicanas y muerte por la patria. ¿Son estos dos los únicos caminos para promover ciudadanía en la niñez en el Paraguay, para educar en el culto del más acendrado patriotismo? ¿Y qué pasa con el servicio como actitud, el voluntariado? ¿No es un modelo pacífico y útil de ciudadanía, en momentos en que el Paraguay necesita gestos que muestren deseos de transformar la realidad? ¿Y el disfrute de los derechos? ¿Cómo podría hablarse de ciudadanía sin derechos? ¿No merecen ser recordados los hechos y los gestos que garantizan, respetan, promueven los derechos en un Paraguay siempre marcado por la ausencia de estos derechos?", se pregunta Velázquez.
Argumenta que el patriotismo republicano o el nacionalismo, que se basan en exigir gestos, actos patrióticos, de parte de los niños, escasamente hablan de los derechos de la niñez, de las obligaciones que la ciudadanía y el Estado tienen en relación con los niños. "Se hace difícil comprender el sentido de las recordaciones únicamente guerreras o cívicas en el día de la niñez, cuando en la realidad cotidiana de hoy (y desde hace décadas) más de la mitad de la población en extrema pobreza es precisamente la niñez o cuando la niñez es víctima mayoritaria de la violencia. O cuando las privaciones de educación y salud se ceban principalmente con niños y niñas del Paraguay", añade.
A su criterio, ninguna de las fechas del pasado en que se recordaba el día de la niñez da cuenta ni tiene elementos suficientes para meditar sobre cómo resolver la inequidad que se comete hoy cotidianamente contra los niños. Al contrario, considera que al seguir conmemorando el 16 de agosto como Día del Niño nos enfrentamos a tener que explicarnos a nosotros mismos cómo un hecho que hoy es condenado (niños en situación de guerra) es el que se celebra.
"Al ignorar todas las circunstancias concretas de la niñez (la pobreza extrema, la violencia, las privaciones, la falta de acceso a bienes y servicios básicos los de registro civil), las fechas dejan de cumplir su función cívica y educativa para convertirse en un ritual vacío que, además, el tiempo se encargó de desfigurar. A los homenajes se suceden las compras de obsequios. El comercio hace su agosto, literalmente. El autoritarismo nunca hizo justicia a los mártires de Acosta Ñu: los desdibujó, los desfiguró, creando un modelo de niño obediente y sacrificado dispuesto a morir voluntariamente en una sociedad disciplinada para la obediencia a un mandante. No solo falsea el pasado, sino también fomenta la irresponsabilidad de una sociedad y un Estado que se desentienden de su obligación de garantizar derechos a la niñez", afirma.
Para Velázquez, quien hizo ese planteamiento al Ministerio de Educación, es tiempo de darle lugar a la ciudadanía basada en el ejercicio de derechos, sin que esto implique desconocer los hechos fundamentales de nuestro pasado.
"Hoy se hace necesario buscar gestos, actitudes, comportamientos o personas del pasado lejano o del reciente, que hayan sido relevantes por poner en vigencia los derechos de la niñez. De todas las edades y de todos los tiempos que hayan reivindicado los derechos de la niñez en situaciones concretas, ya para acabar con privaciones, ya para desarrollar el potencial de la niñez. ¿No es socialmente más gratificante la visión de niño y una niña educados y sanos, disfrutando del juego, que el modelo de niño soldado? ¿No lo hubieran querido así los mártires de Acosta Ñu?", concluye.
Hoy, en las escuelas, los niños harán una pausa para celebrar su día. En sus hogares, los más afortunados abrirán un regalo. Otros irán a fiestas organizadas especialmente para recordar la fecha. ¿Pero qué es lo que en, realidad, se recuerda y se festeja? ¿Por qué una tragedia es motivo de celebración? Estos cuestionamientos han hecho que el Ministerio de Educación comience a trabajar en la idea de conseguir que el 16 de agosto se declare Día de los Derechos del Niño y en identificar otra fecha más propicia para los festejos.
David Velázquez Seiferheld, comunicador, y conductor del programa televisivo sobre historia "Clío Café", que se emite por el Canal Educativo Arandurape, explica que las celebraciones del Día del Niño siempre estuvieron vinculadas a fechas relacionadas con el patriotismo y la historia. "Primero, con el patriotismo cívico y el afecto incondicional a la patria (y a la madre) cuando se celebraba el 13 de mayo, y desde 1948 hasta hoy, con el patriotismo militar y el recuerdo de la tragedia de Acosta Ñu, acaecida en 1869, en las postrimerías de la Guerra Grande. Ambas fechas son críticas porque están relacionadas con eventos centrales de nuestro pasado: la independencia nacional y la Guerra de la Triple Alianza, respectivamente", indica.
Agrega que ambas fechas sirven para fomentar en la niñez la actitud de prepararse para la ciudadanía de un país heroico. En un caso, para una ciudadanía republicana, respetuosa de las instituciones; en el segundo, para una ciudadanía nacionalista, orgullosa de su pasado, aun cuando en este pasado fue mitificado y desfigurado para ser funcional al autoritarismo militarista que rigió en el país durante buena parte del siglo XX.
"El recordar, festejar y conmemorar determinadas fechas del pasado como patrióticas supone que en el pasado se encuentran los hechos determinantes del país, y que esos hechos contienen lecciones de ciudadanía, de civismo, de amor a la patria, con lo cual la función de las fechas es simbólica, pero también eminentemente educativa. La pregunta es si solo es posible bajo la forma de respeto a las instituciones republicanas y muerte por la patria. ¿Son estos dos los únicos caminos para promover ciudadanía en la niñez en el Paraguay, para educar en el culto del más acendrado patriotismo? ¿Y qué pasa con el servicio como actitud, el voluntariado? ¿No es un modelo pacífico y útil de ciudadanía, en momentos en que el Paraguay necesita gestos que muestren deseos de transformar la realidad? ¿Y el disfrute de los derechos? ¿Cómo podría hablarse de ciudadanía sin derechos? ¿No merecen ser recordados los hechos y los gestos que garantizan, respetan, promueven los derechos en un Paraguay siempre marcado por la ausencia de estos derechos?", se pregunta Velázquez.
Argumenta que el patriotismo republicano o el nacionalismo, que se basan en exigir gestos, actos patrióticos, de parte de los niños, escasamente hablan de los derechos de la niñez, de las obligaciones que la ciudadanía y el Estado tienen en relación con los niños. "Se hace difícil comprender el sentido de las recordaciones únicamente guerreras o cívicas en el día de la niñez, cuando en la realidad cotidiana de hoy (y desde hace décadas) más de la mitad de la población en extrema pobreza es precisamente la niñez o cuando la niñez es víctima mayoritaria de la violencia. O cuando las privaciones de educación y salud se ceban principalmente con niños y niñas del Paraguay", añade.
A su criterio, ninguna de las fechas del pasado en que se recordaba el día de la niñez da cuenta ni tiene elementos suficientes para meditar sobre cómo resolver la inequidad que se comete hoy cotidianamente contra los niños. Al contrario, considera que al seguir conmemorando el 16 de agosto como Día del Niño nos enfrentamos a tener que explicarnos a nosotros mismos cómo un hecho que hoy es condenado (niños en situación de guerra) es el que se celebra.
"Al ignorar todas las circunstancias concretas de la niñez (la pobreza extrema, la violencia, las privaciones, la falta de acceso a bienes y servicios básicos los de registro civil), las fechas dejan de cumplir su función cívica y educativa para convertirse en un ritual vacío que, además, el tiempo se encargó de desfigurar. A los homenajes se suceden las compras de obsequios. El comercio hace su agosto, literalmente. El autoritarismo nunca hizo justicia a los mártires de Acosta Ñu: los desdibujó, los desfiguró, creando un modelo de niño obediente y sacrificado dispuesto a morir voluntariamente en una sociedad disciplinada para la obediencia a un mandante. No solo falsea el pasado, sino también fomenta la irresponsabilidad de una sociedad y un Estado que se desentienden de su obligación de garantizar derechos a la niñez", afirma.
Para Velázquez, quien hizo ese planteamiento al Ministerio de Educación, es tiempo de darle lugar a la ciudadanía basada en el ejercicio de derechos, sin que esto implique desconocer los hechos fundamentales de nuestro pasado.
"Hoy se hace necesario buscar gestos, actitudes, comportamientos o personas del pasado lejano o del reciente, que hayan sido relevantes por poner en vigencia los derechos de la niñez. De todas las edades y de todos los tiempos que hayan reivindicado los derechos de la niñez en situaciones concretas, ya para acabar con privaciones, ya para desarrollar el potencial de la niñez. ¿No es socialmente más gratificante la visión de niño y una niña educados y sanos, disfrutando del juego, que el modelo de niño soldado? ¿No lo hubieran querido así los mártires de Acosta Ñu?", concluye.