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Hasta no hace mucho tiempo, la búsqueda del ka’avove’i era un ritual obligado en los días previos a la Navidad. En carretas o con las burreras, venían los mazos reverdecidos y recién cortados listos para ser ofrecidos al paso cuando Asunción todavía tenía bosques en derredor.
Para encontrarlo no hacía falta alejarse mucho de la ciudad. Pero actualmente solo se lo encuentra en algunas zonas del país y con serio riesgo –no porque se lo utilice para los pesebres– sino por el exterminio de su hábitat natural: los bosques.
El uso del ka’avove’i quizás fue producto de la “imaginación tropical”, a decir de Carlos Zubizarreta (Acuarelas Paraguayas), la misma que ha llenado siempre la recordación del nacimiento de frutos de estación como sandías, melones, piñas y uvas y coloridos huevos pintados y rosarios de semillas.
Dionisio González Torres, en su libro “Folklore del Paraguay”, da cuenta de la importancia del ka’avove’i o ka’avorogue’i (Trichilia elegans) en la preparación del pesebre: “Entre el ramaje de ka’avove’i se colocan racimos de flores de cocotero de un hermoso color amarillo y agradable y fuerte fragancia”.
El ingeniero agrónomo Germán González Zalema, docente técnico de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Asunción y exdirector del Jardín Botánico de Asunción, explica que el ka’avove’i tiene por hábitat natural el sotobosque, es decir, entre las matas o los arbustos que se ubican bajo los árboles de un bosque. “Son plantas de media sombra, umbrófilas, no crecen a pleno sol, sino dentro del bosque. Pertenece a la familia de las meliaceaes, que incluyen especies como el cedro y el paraíso, entre otros 51 géneros y 575 especies”.
Es una planta que acepta mucho la poda; por tanto, puede ser muy sustentable su utilización para las fiestas, siempre y cuando no se la corte completamente y no se destruyan los matorrales. “Si a esta planta se le saca el bosque es que muere, y se encuentra en estado crítico a medida que desaparecen los bosques”, advierte.
Otra característica del ka’avove’i es que no es cultivable porque requiere del bosque natural. Por ello, su utilización depende de la disponibilidad en su estado natural. En muchas regiones se lo reemplaza por el karanda’y poty (flores de karanda’y), cuya extracción –al igual que la cosecha de la flor de coco– favorece el crecimiento de estas palmáceas y a la vez representan una fuente de ingresos para muchas familias en estas fiestas.
Valentín Meza (39), quien desde hace 25 años viene por estas fechas al Mercado 4 para ofrecer los elementos esenciales para el pesebre, refiere que el ka’avove’i se trae actualmente de la zona de Altos, Cordillera, pero la demanda ya no es masiva como antes. Más bien se utiliza para los pesebres de las iglesias, capillas o algunas empresas. Para las casas, muy poco, porque los belenes se modernizaron.
“Mucha gente vive gracias a esta actividad en esta época”, asegura Valentín Meza.
Por eso, una flor de coco o un mazo de ka’avove’i puede representar un detalle que perfuma todos los hogares paraguayos con el dulce aroma de la Navidad.
pgomez@abc.com.py