Arzobispo afirma que cura cometió un gesto indecoroso, una falta “no grave”

El arzobispo de Asunción, monseñor Edmundo Valenzuela, considera que el acoso cometido por el ex párroco de Limpio, presbítero Silvestre Olmedo, contra la joven Alexandra Torres (20) constituye “un acto indecoroso, un acto no grave”, para el Derecho Canónico. Califica el hecho como una “piedrita” ante un caso de abuso de menores, que sería comparable a una montaña. En esta entrevista también afirma que la denuncia no es causal para que el clérigo pierda el ministerio y que su reincorporación dependerá de su comportamiento tras la penitencia que se le impuso. Insinuó que también los medios de comunicación son responsables de lo ocurrido.

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–La nota que envió a los jóvenes de Limpio suena a un encubrimiento al sacerdote Olmedo.

–¿Por qué van a pensar así?

–¿Por qué pide no convertir una piedrita en una montaña?

–En la vida moral no todo tiene la misma graduación. Es importante entender que las actitudes y los gestos de las personas no son de la misma importancia. Si uno no distingue eso, entonces va a confundir la piedrita con una montaña. Hay que distinguir las cosas que tienen su gravedad, pero no es lo mismo un abuso de menores. Entonces hay que ubicar los hechos morales en su debido lugar. Allí ha habido un hecho indecoroso. Desde los principios evangélicos y desde el Derecho Canónico, nuestro criterio para juzgar, no es lo mismo un hecho indecoroso que un abuso de menores. Un abuso de menores sería una montaña, un hecho indecoroso es una piedrita y nadie niega. Pero darle el valor de que eso es grave... graves son otros hechos como acabo de decir. Graves son situaciones de falsedad, robo, de vida doble, y graves también son aquellos que son crímenes de lesa humanidad, como son los abusos de menores. Es esa la distinción.

–Es grave que un sacerdote haya procedido de esa manera.

–Eso no es grave; es un hecho punible. Pero en la vida moral no tiene la gravedad de aquel que haya abusado de una mujer; eso sí sería una gravedad. Hay que saber distinguir la graduación de los hechos morales.

–Pero es un abuso, por tratarse de un sacerdote.

–Eso hay que preguntarle al padre Silvestre. Son situaciones delicadas, no me corresponde a mí referirme, sino dar los principios con relación al hecho, que merece la atención. Es conveniente que cuando hay una situación así, sin definición, mientras no haya un tribunal, cuando hay un hecho que no se define, conviene conversar. Eso es lo que digo a los jóvenes, conviene ver, evaluar hasta qué punto ese hecho puede estar en la graduación, así como hablamos de pecado venial y pecado grave.

–¿Cómo se interpreta el llamado que hace a los jóvenes para que no trascienda el hecho en los medios de comunicación?

–Efectivamente, cuando no merece aún que el hecho llegue a los medios de comunicación, porque aún no fue comprobado como grave, delictuoso o indecoroso, no debería trascender, o, si no, todo lo que se dice debe ir a los medios de comunicación. ¿Todo lo que hace tu hijo debe ir a los medios de comunicación? ¿Los medios de comunicación reemplazan hoy al Poder Judicial?

–La observación es porque tomó estado público y está en la Fiscalía.

–Lo que pasó ya pasó. Se advierte por lo del futuro. Se lo retiró al sacerdote. Se hizo un tribunal eclesiástico canónico. Se ha visto que fue un gesto indecoroso, pero no es un gesto que pasa a ser grave. No lo consideramos un gesto grave en cuanto tal, fue realmente una situación punible. Considerando los gestos humanos y las actitudes morales, podemos decir que una actitud moral grave podía ser el abuso sexual de una mujer o de un varón, y mucho más grave es el abuso de un menor, porque no tiene conciencia de su sexualidad, porque vive en una inocencia. Una joven de 21 años es diferente. Pregunten a otras mamás de la parroquia.

–Para la víctima, será chocante que no se considere grave que un sacerdote proceda así.

–Por eso hay que ver qué hecho, porque no cualquier hecho de tu hijo es grave. Hay que llamar la atención; hay que dar un castigo, pero no cualquier hecho de un alumno o de una persona es grave. Hay que distinguir. Para eso está un tribunal canónico o está la fiscalía que va a evaluar conforme a las normas que se han determinado.

–¿Podía aclarar la actuación de la Fiscalía y la eclesial? Porque cada instancia tendrá su postura...

–La Iglesia tiene su Derecho Canónico y no se maneja por los derechos civiles. Hoy me entero de que la fiscala dice que hay que actuar, y actuó de oficio. Pero la misma fiscala, en su graduación, no lo coloca como un hecho que se debe llevar a Tacumbú. Hay criterios de graduación.

–Actualmente, ¿qué está pasando con el sacerdote? ¿Dónde está?

–¿Qué pasa con tu familia, con tu matrimonio, de tus hijos, de los medios de comunicación, cuando presentan escenas de violencia, de desnudo, de drogadictos? ¿Qué pasa con nuestra sociedad? Es una buena pregunta para los medios de comunicación. El sacerdote no vive aislado, no vive fuera de este mundo, no es un ser etéreo. Vive el impacto de una sociedad cada vez más materialista, consumista, que busca lo placentero, pero que a veces olvida su responsabilidad y sus normas.

–Es decir, la tentación hace caer...

–Exacto.

–¿Y el siguiente paso?, ¿qué harán?

–Ya se investigó, y el resultado es el escrito a los jóvenes. Es un acto indecoroso.

–¿Qué implicará para el sacerdote esa decisión de “acto indecoroso”? ¿No se contempla el retiro de su ministerio?

–Por supuesto que no, porque estaremos confundiendo de nuevo los actos morales. Es una llamada de atención de un acto indecoroso que no debe repetirse. Por eso para nosotros es más importante el criterio evangélico: la oración, aunque muchos periodistas se rían o se burlen cuando el arzobispo invita a la oración, es la fuerza mayor que tiene el hombre, y si no creen, hagan la prueba. Recen en las situaciones más difíciles de la vida, y cómo Dios misericordioso va a ayudar.

–Es decir, ¿después de la penitencia y la oración que hizo, el padre Silvestre podrá reincorporarse a la jerarquía?

–Eso veremos gradualmente. Las relaciones humanas son tan complejas, densas, que no son como las matemáticas, que toma uno más uno, y es dos. La persona es un misterio en cuanto a cómo va reaccionando, cómo se convierte, cómo redescubre un camino que había abandonado y lo retoma.

–Es decir, ¿se le hará un seguimiento?

Evidentemente. Para eso está el obispo. El obispo con su Consejo Presbiteral hacen un seguimiento de todo lo que es la vida. Por eso es importante la oración a la que se lo invita, y el retiro le ayudarán a darse cuenta de que no puede volver a repetir un error, una falta de respeto indecoroso a una mujer.

–¿Y qué pasa con la joven? ¿Se le presta asistencia?

–La joven es mayor de edad. Tiene su mamá, su papá. Tiene su grupo juvenil, tiene su parroquia; está en la parroquia acompañada de los jóvenes.

–¿No se prevé una asistencia directa del Arzobispado?

–La asistencia se prevé cuando se trata de crímenes, como los abusos de menores; en los casos de los mayores no se prevé.

La joven denunció acoso y manoseo

Alexandra Torres dijo en su momento que inicialmente el presbítero Silvestre Olmedo le manifestaba su interés con palabras, y después, el 21 de setiembre de 2016, pasó al manoseo en la espalda y el pecho, que la motivó a presentar la denuncia ante los clérigos superiores. De acuerdo a sus manifestaciones, el sacerdote aprovechó una tarde en que ella se encontraba sola en la secretaría parroquial para intensificar el acoso y manosearla.

El 27 de setiembre recurrió a Dionicio Echagüe, y el sacerdote solicitó que se labrar un acta para dejar constancia de lo que sucedió. El 30 de noviembre, el sacerdote Óscar González se acercó a la parroquia San José de Limpio y pidió hablar con la joven, pero ella se rehusó a atenderlo y solicitó hablar con el arzobispo Edmundo Valenzuela.

Mons. Valenzuela se llamó a silencio los primeros días. Recién el 8 de diciembre concedió una entrevista a ABC y dijo que recién el 4 de diciembre recibió la nota firmada por ella y por el coordinador pastoral de Limpio, Gustavo Benítez.

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