Aquellos carritos aguateros...

Asunción pasó de los manantiales cristalinos a los aljibes, los pozos artesianos y finalmente la Corposana, que se creó hace 61 años. Una forma extendida de distribución de agua fueron los carritos aguateros, que irrumpieron en localidades vecinas de la capital hasta fines de los setenta en tiempos de sequía. Lejos de la realidad (esperemos) parecen postales nostálgicas.

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La irrupción del agua corriente en Asunción mediante la red de Corposana –entre 1954 y 1959– fue acabando con los aljibes y mucho antes, en las primeras décadas del siglo XX, con los carritos aguateros.

No obstante, estos “aguadores” de tracción animal siguieron en circulación hasta varios años después en forma masiva en los barrios periféricos de las ciudades vecinas.

Una de las “apariciones” que no pudo pasar desapercibida se dio en noviembre de 1971 en una “lejana barriada asuncena, no como pintorescos objetos decorativos, sino instrumentos, en ese momento insustituibles, para hacerse de un poco de agua”, debido a desperfectos en el sistema de provisión, según la crónica de ABC Color.

Pero quizás la última gran aparición –según consta en nuestros archivos– fue en 1979 durante una gran sequía. Los repartidores se surtían de los pozos más rendidores, pues muchos otros se habían agotado. Uno de los fecundos pozos estaba sobre la misma Ruta Mariscal Estigarribia (continuación de la Avda. Eusebio Ayala), más o menos a la altura del Km 7,5, frente a una “conocida bodega vitivinícola”, señala la crónica de entonces.

En este lugar la fila de carritos llenaban sus tambores con el vital líquido que luego llevaban a los vecinos de los barrios Caacupemí y Zona Sur de Fernando de la Mora, que proferían todo tipo de quejas porque todavía no estaban conectados a la red de la Corporación de Obras Sanitarias (Corposana).

“Carritos aguateros: Para sedientos y nostálgicos” decía el título y empezaba relatando “la prolongada sequía –que ya agotó gran cantidad de pozos en los alrededores de la capital– hizo revivir a los carritos aguateros como sus épocas de esplendor”.

Conforme a los datos, el agua era vendida a la módica suma de 20 guaraníes el tambor a los carriteros, que los revendían a entre 80 a 100 guaraníes el tambor a los consumidores finales, de acuerdo con las distancias.

Los carritos se ven bien rústicos según las fotografías y en nada se parecían a los descriptos en las ordenanzas municipales que fueron apareciendo en la capital de la República entre los años 1908 y 1945 con estrictas exigencias en cuanto a toneles, carritos, aperos e incluso uniformes de los vendedores de agua (ver infografía). Estos, según crónicas de antaño, hacían su aparición hacia las primeras décadas del siglo XX en las zonas de Tacumbú, Salinares y Samuhú Peré, por entonces en las afueras del casco urbano de la Madre de Ciudades.

Los múltiples problemas que tiene hoy la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap) –sucesora de la Corposana– y el anuncio realizado esta semana por el Servicio Nacional de Saneamiento Ambiental (Senasa) de que se excavarán pozos artesianos en el Parque Carlos A. López para surtir de agua a los pobladores del barrio Sajonia trajeron a la mente de no pocos los tiempos en que los asuncenos se surtían de agua de las más diversas formas.

En fotografías y postales los carritos aguateros parecen hasta nostálgicos. Pero no sería así en la realidad.

pgomez@abc.com.py

Fotos: Archivo ABC Color

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