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El recorrido de Vaesken fue de unos 450 kilómetros, desde Villarrica hasta San Juan Bautista (Misiones), y de allí a Asunción. Este paseo consumió unos ocho litros de agua. Ahora la moto está desarmada en su casa, pero José decidió que debía compartir su logro con la sociedad y el jueves, en medio de la tormenta, fue al Centro Multidisciplinario de Investigación Científica y Tecnológica de la Universidad Nacional de Asunción y donó el plano de su celda y las instrucciones para construirla, escritas a mano en las hojas del cuaderno donde escribe sus proyectos.
“Hice la donación a la UNA para que ellos puedan desarrollar y perfeccionar el proyecto con sus investigadores. Nunca fue mi intención ganar plata con esto, por eso no lo patento”, explicó el joven, quien no fue a la universidad, pero anhela poder hacerlo.
José Valinotti, abogado y mecenas de Vaesken, explicó que la idea es que la Universidad publique el diseño para que cualquiera pueda replicarlo y muchas personas se beneficien.
Cómo funciona
El joven inventor explica que sirve cualquier agua potable. El agua se convierte en combustible por electrólisis, un proceso que divide la molécula en sus partes básicas: oxígeno e hidrógeno, los que son comburente y carburante, respectivamente. El hidrógeno se enciende y el oxígeno sirve para la combustión.
Esta tecnología no es desconocida en el mundo, pero la producción de hidrógeno y oxígeno por electrólisis tiene un límite teórico. Además, y aunque en la red se puede encontrar información al respecto, Vaesken y Valinotti hablan de un interés de grupos de poder para que no se difunda, por sus implicancias económicas.
El precio estimado del reactor producido en masa es de unos 500.000 guaraníes.
“El próximo paso es probar con un auto”, afirma José, quien ya está trabajando en la idea.
La respuesta de la UNA
La directora del Centro Multidisciplinario de Investigaciones Tecnológicas, Inocencia Peralta, explicó que la donación hecha por Vaesken fue remitida al rector, Pedro González, quien la remitiría a la Dirección General de Investigación Científica y Tecnológica para que la evalúe y, si lo considera, aplique, innove y desarrolle el material.
“Lo que propone es muy interesante. Él lo que entrega es un procedimiento y el diagrama que hay que repetir, ver el montaje y ponerlo en práctica. Lo más importante es el gesto en sí del señor Vaesken, que pensó que la mejor forma en que se podía utilizar su trabajo es entregándolo a la Universidad Nacional. Es una honra que nos hace”, expresó.
“Lo más interesante es que una persona sin formación universitaria, en vez de estar perdiendo el tiempo, está inventando cosas y decide aportar a la población. Además, se puso a disposición para cualquier consulta”, expresó Peralta, quien hace 20 años trabaja en la UNA y afirma que es la primera vez que reciben una donación de este tipo.