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Se trata de Felipe Santiago Acosta Riveros, de 31 años, uno de los asesinos del colono japonés Hiroyuki Arai, cuyo cuerpo fue recuperado el 27 de abril de 2005, 70 días después de que se reportara su desaparición, en el distrito de Tavapy, departamento de Alto Paraná.
El japonés fue asesinado por sus propios peones y después enterrado en el fondo de su propiedad, cerca del cauce de un arroyo.
Tras el alevoso homicidio Felipe Acosta fue aprehendido y reveló dónde ocultaron el cuerpo.
Posteriormente fue condenado a 25 años de prisión, aunque seis años después se fugó al aprovechar una distracción de un guardiacárcel cuando era tratado de tuberculosis.