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La niña nació en el 2005 y en menos de un mes fue derivada a un hogar donde la conoció la voluntaria que pretende su adopción. Los propios médicos del hospital en que nació dieron aviso a la justicia de que la niña estaba en peligro, pues la madre tenía problemas mentales y era muy agresiva, con lo cual se inició un proceso por medida de protección y apoyo.
La jueza Rosa González otorgó la guarda de la niña a la voluntaria en diciembre del 2007, en un juicio sobre pérdida de la patria potestad y declaración de estado de adoptabilidad, que posteriormente acumuló al primero.
En marzo del 2007, un informe final del Centro de Adopciones descartó la posiblidad de reintegrar a la niña a su madre o a su familia ampliada y recomendó priorizar su adopción.
En el 2014, cuando publicamos su caso por primera vez, el juicio llevaba ocho años sin estar ni remotamente cerca del fin. Por esta razón, lo presentamos como un caso de mora judicial. Hoy, con más de 11 años de duración, ya no tenemos palabras para calificar este proceso que se ha convertido en un martirio para la familia.
“La ley de adopciones dice que debe tener principal atención los derechos primordiales del niño. Y sin embargo, en mi caso por lo menos, lo que menos se tuvo en cuenta hasta hoy son los derechos de mi hija. Se tuvo en cuenta los derechos de una persona a quien bendigo porque me regaló el amor que hoy tengo, pero esta persona gestante que no podía hacerse cargo, se trató de respetar y hacer entender que tenía derecho a una familia ampliada que no tenía ninguna intención de reclamar. Están tratando hace años de encontrar algún vínculo con alguien para hacerle entender que tenía el derecho de exigir de nuevo que se le restituya a mi hija que hace años que está en convivencia con nosotros”, dijo la voluntaria, que solo espera la conclusión de este proceso para poder iniciar el de adopción. Más datos del caso en el Semanario Judicial y en la edición digital.
“No sé que esperamos”
La voluntaria que espera adoptar a la niña, sobre el demorado juicio dijo: “Yo sé que no es el único caso que tienen, pero supongo que en 12 años tuvieron que tener un tiempo para decir: ‘Bueno, vamos a decidir ya esto’. No tenemos contraparte, no hay más nada, no sé que buscamos, qué esperamos, dónde está la quinta pata de un gato que no existe. Necesito que estas personas digan un día: “hoy es el día que vamos a dar un fin a esto, vamos a resolver, vamos a darle a esa criatura una identidad que busca desesperadamente y vamos a darle la seguridad para su futuro”.
“Ellos (psicólogos) dicen que ella necesita encontrar su verdadera identidad. Su interior clama por esa identidad. Ya se terminó el tiempo de “Hanna Montana” como ella decía: “Yo soy como Hanna Montanna, tengo dos nombres, uno para ustedes y otro para la gente”. Ella quiere ser la misma personita para todos”.
“Ella sufre y con ella nosotros, porque no es fácil mostrar una cara de que está todo bien, darle a ella la seguridad de que está todo bien. Ser unos padres sólidos ante las debilidades y flaquezas que ella día a día presenta, cuando ni nosotros sabemos con certeza cuándo realmente vamos a tener esa firma”.
ariel.espinoza@abc.com.py rferre@abc.com.py