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El presidente del tribunal Héctor Capurro, expuso los argumentos por los cuales él y su colega Juan Carlos Zárate votaron por absolver de pena a los dos médicos y señalaron que la madre del pequeño Pablo Ibarra, Amelia Rodríguez, cayó en contradicciones en su relato de los hechos y que quedó demostrado que fue ella, quien al no colaborar en el trabajo de parto, mató a su propio hijo al sentarse sobre el mismo por 5 a 7 minutos.
También señaló que los doctores Centurión y Acosta, fueron juzgados por homicidio culposo pero para eso se tiene que probar que hubo negligencia, imprudencia e impericia y que el tribunal, en mayoría llegó a la conclusión de qué no se dieron estos tres elementos por lo que se los absolvió.
Amelia Rodríguez al escuchar que los dos jueces se tiraron contra ella y percibir el resultado del fallo abandonó indignada la sala de juicio.
Mientras que la jueza Cynthia Lovera a su turno explicó su voto en disidencia y empezó diciendo que ella encontró que los dos acusados son culpables del hecho investigado.
Que el bebé Pablo Ibarra, murió por asfixia y que no fue la madre la culpable, ya que la mujer estaba acostada en una camilla y sedada con anestesia regional. Apuntó que los médicos violaron el deber del cuidado, al no realizar estudios previos para ver si la paciente necesitaba de una cesárea, para no poner en peligro al bebé. También señaló que la madre no era culpable de la muerte del bebé tal como lo dijeron sus dos colegas.
La jueza llegó a la conclusión que los dos doctores son culpables de la muerte del recién nacido aquel 5 de agosto de 2011, en el hospital central del IPS.
Burlas y fastidio en el juicio
Mientras la jueza Cynthia Lovera, argumentaba su voto en disidencia y explicaba los pasos que no realizaron los doctores, lo que llevó a la muerte del recién nacido, los médicos Blas Centurión y Antonia Acosta, se pasaron riéndose de lo que iba relatando la magistrada. El presidente del tribunal de sentencia Héctor Capurro, en ningún momento les llamó la atención a los acusados. El juez también se mostraba fastidiado por la exposición de su colega. Capurro, se pasó “desparramado” en su silla, miraba hacia el techo, hacía gestos de fastidios, cerraba los ojos, dormitaba y solo esperaba que se acabe la exposición de Cynthia Lovera, para poder cerrar el cuestionado juicio.