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El narcotraficante se encuentra prófugo desde la madrugada del 17 de enero pasado, cuando a bordo de un automóvil Volkswagen Crossfox rojo rescató del patio de la Gobernación de Amambay, en Pedro Juan Caballero, seis bolsas arpilleras que contenían en total 252 kilos de cocaína. Junto al narco, estaban su hijo no reconocido, Édgar Ramón López, y la novia de este, María Elizabeth Ferreira Coronel.
La mujer fue detenida el 21 de enero en una serie de allanamientos, en los que sin embargo no pudieron ser capturados su novio Édgar ni su suegro “Gringo”.
La “mercancía” recuperada había sido incautada una semana antes, el sábado 10 de enero, en una operación de la oficina regional del departamento Antinarcóticos de la Policía en el distrito de Zanja Pytã, procedimiento tras el cual fueron detenidos, en carácter de involucrados, los concejales departamentales César Augusto Quevedo Isnardi (PLRA) y José María Bogado Martínez (ANR), ahora presos en la cárcel regional de Pedro Juan Caballero.
Las seis bolsas repletas del “polvo blanco” formaban parte de un “lote” que “Gringo” recibió desde Bolivia y que tenía que refinarlo para ser distribuido en el mercado brasileño, según los datos. Conforme a la investigación, Clemencio González Giménez controla casi la mitad de la droga que circula en la frontera seca, lo que lo posiciona como uno de los principales narcotraficantes de la región.
La prioridad
La detención de “Gringo” y de su hijo Édgar Ramón López pasó a ser la prioridad absoluta de la nueva cúpula policial, que asumió en Amambay precisamente tras el escándalo que se generó cuando el estupefaciente fue sacado de la Jefatura de Policía por los suboficiales del Grupo Especial de Operaciones (GEO) Lucio Natividad Recalde Melgarejo y Santiago Ferreira Coronel (hermano de María Elizabeth), con la complicidad del armero Celso Fleitas. Estos tres agentes también ya se encuentran presos.
Los dos “cerebros”
Según la pesquisa llevada a cabo por un equipo especial de investigación, los dos principales “cerebros” de la operación fueron los suboficiales Ferreira y Recalde.
Este último, como jefe de grupo, armó el equipo de guardia que iba a trabajar desde la medianoche, para relevar al otro contingente que había operado durante todo el día y que era dirigido por el entonces subjefe del GEO, oficial inspector José María Fernández Meza.
Los suboficiales Recalde y Ferreira, de hecho, esperaron pacientemente hasta que el oficial Fernández se durmiera para iniciar la operación ilícita, por temor a que su superior directo los descubriera.
Después, supuestamente bajo amenazas rindieron al oficial de guardia, el suboficial Luciano Valenzuela Ricardi, quien vio todo lo que pasó, pero se calló con la promesa de recibir un “premio”.
Apresados por sus compañeros
Sin embargo, a la mañana siguiente, fue el mismo grupo del oficial Fernández el que, al retomar su guardia, detectó el robo de la evidencia, hizo confesar al oficial de guardia y apresó a todos los otros involucrados. Ahora, pese a que ya es prácticamente imposible recuperar la carga robada, sí se espera concretar la captura de “Gringo” González y de su hijo para dar por esclarecido el suceso, que en su momento motivó el desmantelamiento de casi toda la estructura policial del departamento de Amambay.
Paralelamente, los tres suboficiales presos, Recalde, Ferreira y Fleitas, serán dados de baja de la Policía y condenados en la justicia ordinaria, así como el oficial de guardia Valenzuela, quien en principio fue utilizado como testigo.
Los otros agentes que estuvieron de guardia pero que no participaron del ilícito y que después ayudaron a aclarar el suceso serían sancionados con un arresto disciplinario, por lo menos por negligencia, de acuerdo con los datos suministrados.