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SANTA RITA (De nuestra redacción regional).- Cerca de las 08:45 de ayer cuatro delincuentes brasileños identificados como Aguinaldo Goncalves (39), Carlos Tiago Lemes (33), Carlos Henrique Silva Cándido Tavares (34) y Oziel Rizzo de Sa (32), a bordo de un automóvil Toyota New Corolla de color dorado interceptaron a su compatriota Ivaldino Antonio Vivián (61), productor sojero, quien circulaba en una camioneta Toyota Hilux blanco. Fue en la colonia San Miguel, a unos 20 kilómetros de su casa, que se encuentra en el centro de este distrito.
Pero antes de ser reducido por los maleantes, Vivián contactó por radio a su esposa Alicia, a quien alertó de que era interceptado por varios desconocidos. La mujer avisó a la Policía.
Los delincuentes llevaron al colono hasta su residencia. Pero antes de ingresar, policías intervinieron y se produjo un enfrentamiento a tiros de varios minutos, que terminó con la muerte de dos de los malvivientes, Goncalves y Lemes. Ambos tenían pistolas, un fusil, chalecos antibalas y un kilo de explosivos en gel.
No obstante, Silva Cándido Tavares y Rizzo de Sa entraron a la vivienda y también tomaron de rehenes a Alicia Vivián y a la empleada Ana Paula Silva (23), también brasileña.
Los policías locales pidieron apoyo a otras dependencias y decenas de agentes rodearon la residencia. También llegó al sitio el fiscal Eduardo Cazenave.
Negociación
Los delincuentes pidieron que ingresaran a la casa el abogado de la familia, Pablo Contreras, y los hijos de la pareja, Antonio y Willian Vivián, este último es médico y estaba en Asunción. Se trasladó vía aérea al lugar. La intención era negociar con ellos, según se informó.
Sin embargo, la Fiscalía y Policía no aceptaron en principio la intervención de civiles y la negociación se realizó vía telefónica. Alrededor de las 13:45 fue liberada la empleada Ana Paula Silva. La pareja siguió en cautiverio y se montó un equipo para entrar a conversar con los asaltantes.
Como parte de las negociaciones, la Policía retiró los cuerpos de los abatidos, cerca de las 14:00, para llevar a la morgue. Los maleantes pidieron garantías para entregarse y aseguraron no desear herir a nadie.
La tensión aumentó con el correr de las horas, principalmente cuando la Policía cortó la electricidad dentro de la casa para forzar a los malvivientes a entregarse.
Un policía, el hijo de la pareja, Antonio, y dos camarógrafos entraron a la casa para la negociación. Cerca de las 17:00 los criminales Silva Cándido Tavares y Rizzo de Sa bajaron sus armas y se entregaron.