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El policía, quien en teoría prestaba servicios en la comisaría 4º del barrio Obrero de Asunción, pero que en realidad se pasaba la mayor parte de su tiempo como custodio del capo brasileño, con la presunta venia de sus jefes directos, fue imputado por la fiscala Lorena Ledesma por los delitos de frustración de la persecución y ejecución penal y realización de los hechos por funcionarios. La fiscala también procesó al agente por una omisión de prevención de delitos de tráfico de drogas, contemplada en el artículo 40 de la ley especial antidrogas.
Como esta figura ya es considerada como un crimen, tiene una expectativa de pena de hasta seis años de cárcel, por lo que entonces el policía no podrá ser beneficiado con medidas alternativas a la prisión.
Ante esta imputación, es posible que el oficial Mendoza se avenga a cooperar con la investigación, revelando las conexiones que su jefe, el capo brasileño “Piska”, llegó a establecer en nuestro país.
Este último era en Brasil el secretario de dos miembros de la cúpula del Primer Comando da Capital (PCC), apodados “Gegé” y “Paca”, que fueron asesinados en febrero de este año porque malgastaron parte del dinero que la organización criminal robó el año pasado de la sede de Prosegur de Ciudad del Este.
Los jefes de “Piska”, “Gegé” y “Paca” eran considerados los número dos del PCC, solo por detrás del líder histórico de la facción, Marco Willians Herbas Camacho, alias Marcola, preso en una cárcel de máxima seguridad de São Paulo.
Aunque “Piska” no era el número dos del PCC, como se dijo en principio, efectivamente se había instalado en Paraguay para reactivar el envío de drogas y armas y ser readmitido en la cúpula del grupo criminal brasileño.