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La abogada Casuso en los últimos años fue mucho más que una simple defensora del narco Jarvis Chimenes Pavão, y se convirtió en un brazo ejecutor del capo mafioso actualmente preso en el Brasil. En ese rol, la profesional del derecho manejaba mucha información de todos los estamentos, tanto de los organismos de seguridad como el Poder Judicial.
En uno de los audios filtrados tras su asesinato, la abogada se quejaba amargamente de que su principal rival y de quien se sospecha fue el mandante de su muerte, Sergio de Arruda Quintiliano Neto, alias Minotauro, tenía contactos con miembros de la cúpula policial. Hasta mencionó al suboficial Epifanio Barreto, quien supuestamente recogía el dinero que el personaje del hampa enviaba al director general de Investigación Criminal, comisario general Abel Cañete.
Los policías aludidos negaron esta versión y, en definitiva, no hay forma de probarlo, ya que la abogada está muerta.
Es más, los audios de las comunicaciones de Cucho y su entorno grabados por agentes antidrogas confirman que esta banda de narcos operó durante años en el Este del país con pago de sobornos tanto a policías como a agentes fiscales. Uno de ellos, el fiscal Gustavo Yegros, está preso en la misma causa.
Es más, las facciones criminales afincadas en las zona fronterizas con el Brasil están enfrascadas actualmente en una feroz guerra por el control del mayor corredor de drogas, armas y municiones de la región, ante la pasividad de las autoridades policiales.
Todos los protagonistas de estas historias están en la misma zona del conflicto, pero en la práctica son “invisibles” ante la vista de los agentes de la Policía.