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El Parlamento (opositor), declaró a Maduro como “usurpador” y el líder, Juan Guaidó, se declaró presidente interino, para luego llamar a una gran movilización para presionar por “un gobierno de transición”.
Un sector de la oposición exige a Guaidó asumir como presidente, alegando que le corresponde como cabeza del Congreso por el “vacío de poder” que, a su juicio, hay en Venezuela.
William Brownfield, exembajador de EE.UU. en Venezuela, reconoció que aunque legalmente existen bases para considerar los argumentos de la oposición sobre un gobierno alternativo, la realidad es otra. “Guaidó está muy restringido en lo que se le va a permitir hacer dentro de Venezuela”, explicó, argumentando que si cruza cualquier “línea roja” tiene muchas posibilidades de ir a prisión.
La ministra chavista de Servicios Penitenciarios ya amenazó a Guaidó: “ya te acomodé la celda, con tu respectivo uniforme, espero que nombres rápidamente a tu gabinete para saber quiénes te van a acompañar”.
Michael Camilleri, de Diálogo Interamericano, señala que “queda ver si los países que no reconocieron el nuevo mandato de Maduro y su legitimidad también reconocen al líder del Parlamento como el presidente legítimo de Venezuela y comienzan a tratarlo como tal”.
El gobierno de Brasil ya saludó la disposición de Guaidó a “asumir constitucionalmente la presidencia de Venezuela”.
“Es un momento diplomático un poco alarmante”, dijo Fernando Cutz, exasesor de seguridad nacional del gobierno de EE.UU.; para quien la pregunta clave es cómo van a responder ahora los países y citó el ejemplo de Paraguay, que decidió romper relaciones con Venezuela.