Mi hija está viva, es un ángel que vive en mi corazón, afirma padre de submarinista

“Mi hija Eliana está viva, siempre va a estar viva en mi corazón”, expresó Eduardo Roberto Krawczyk (70), padre de la joven tripulante del submarino ARA San Juan que desapareció el 16 de noviembre último en aguas del océano Atlántico (Sur), Eliana María. No quiero hablar, es como meter un cuchillo en una herida y removerla, señaló.

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OBERÁ, Misiones (Juan Augusto Roa, enviado especial). Visiblemente afectado, el padre de la submarinista nos recibió en el portón de su casa por unos minutos. “Prefiero no hablar con los periodistas, no me siento bien, estoy triste”, expresó e inmediatamente pidió disculpas por eso.

“Admiro y siento mucho respeto por el pueblo paraguayo”, señaló al explicar la razón por la cual accedió a un diálogo informal en el portón de su casa. “El pueblo paraguayo es muy sufrido y siento mucho dolor y mucha vergüenza por lo que hizo mi país durante la Guerra de la Triple Alianza”, refirió. Recordó que el mayor de sus hijos estudió en Encarnación, donde se recibió de arquitecto.

Don Eduardo Roberto Krawczyk comentó que ya no está en condiciones físicas de ir a Mar del Plata porque sufre del corazón. En esa ciudad se concentra el operativo de búsqueda del submarino. “Tres de mis hijos sí están allá, esperando saber algo”, indicó.

“Para mí, mi hija no está muerta, es un ángel, y está viva en mi corazón. Yo estuve presente en su nacimiento y siempre estará viva en mi alma”, reiteró. Recordó que en agosto último vio por última vez a Eliana María, cuando vino para el cumpleaños de una sobrina.

Relató que desde que su hija ingresó a la marina se fue a vivir a Buenos Aires y venía a visitar a su padre cada vez que sus obligaciones le permitían. “Ella era una persona sensible, siempre preocupada por la familia. Amante de los animales, especialmente los perros, tiene tres perritos”, manifestó.

En el rostro del padre de Eliana se pudo ver una gran tristeza, y es que en su vida familiar le tocó vivir duros golpes. “En el 2001 mi hijo menor (Luis), falleció en un accidente de moto (tenía 17 años). Dos años después, en el 2003, murió mi esposa (Angélica). Se murió de tristeza, no pudo superar la muerte de su hijo”, rememoró.

Encerrado 

La casa paterna de la joven submarinista apenas se puede ver desde la calle porque una frondosa arboleda casi la cubre por completo. Desde que se conoció la noticia arreciaron las llamadas telefónicas, pidiendo entrevistas. “Ya no atiendo el teléfono”, señaló don Eduardo.

Según los vecinos, una gran cantidad de periodistas ya llegó hasta el lugar buscando sin éxito hablar con algún familiar. Solo se encontraron con una casa sombría, como deshabitada, comentaron.

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