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La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzaron una alerta relativa al riesgo de transmisión activa en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana Francesa, Panamá, Venezuela, Paraguay y Perú.
El brote de Minas Gerais fue precedido de la muerte de decenas de macacos contaminados con la enfermedad, un fenómeno que prendió la alarma de los expertos y que se ha repetido también en Espírito Santo y São Paulo. En esta última investigan el fallecimiento de cuatro personas, presuntamente víctimas de la enfermedad que tiene un alto grado de mortalidad.
La Secretaría de Salud del estado de Espírito Santo informó que investiga sus dos primeros casos sospechosos de fiebre amarilla, ambos registrados en ciudades próximas a la división con Minas Gerais.
El gobierno brasileño envió 1,6 millones de dosis extras de vacuna a Minas, 500.000 para Espíritu Santo, 350.000 a Río de Janeiro y 400.000 a Bahía.
Los especialistas distinguen dos tipos de fiebre amarilla que se diferencian por el mosquito transmisor, la silvestre –transmitida por el Haemagogus y el Sabethes, que ataca principalmente a los macacos–, y la urbana, que transmite el Aedes aegypti, el vector del dengue, el zika y el chikunguña.
Según recordó el Ministerio de Salud, desde 1942 no había casos de fiebre amarilla urbana en ciudades brasileñas.
Menos común que el dengue, la fiebre amarilla en apenas una semana puede provocar la muerte de hasta el 45% de sus víctimas. Los grupos más vulnerables son gestantes, niños y ancianos, por lo que la vacuna se muestra como imprescindible en la lucha contra la enfermedad.
Los síntomas de la enfermedad son parecidos a los del dengue, como fiebre, dolor de cabeza, escalofríos, dolor muscular generalizado, y con su evolución puede causar infección en el hígado y en los riñones, pudiendo provocar ictericia, falla renal, hemorragia y vómito oscuro.